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Mostrando entradas de 2018

La escena del crimen

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De Joe no me esperaba esto. Cuando regresé del aseo me encontré a Smith, que seguía atado a la silla, con la corbata alrededor de su cuello. Por la postura tan antinatural de su cabeza, sabía que estaba muerto.  Maldito Joe, para una vez que le otorgo la confianza de vigilarlo... Él, por supuesto se había largado.  No es que la vida de Smith me importara un pimiento, pero era el único que nos podía decir donde se encontraba la chica. Las tormentas de sospechas acecharon mi mente. ¿Y si se lo había confesado? O peor aún ¿Y si Joe estaba implicado? ¡Maldito Joe! Comencé a registrar el cadáver en busca que cualquier pista: unos pocos billetes, un mechero y de pronto, la solución a todas mis preguntas. Un paquete de cigarrillos Red Apple ¡Estábamos en una película de Tarantino! 22/07/2018 Fuente imagen: http://www.noticias.com/fotos/secuestro-45517.html ¡Felices fiestas a todos!

Panacea

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Gracias a la investigación de las células madre descubrieron la píldora de la eterna juventud. El mecanismo que conseguía ralentizar el envejecimiento de nuestras células, y por lo tanto, alargar la vida del ser humano a casi el doble de lo normal. Una vez el medicamento pasó los pertinentes controles sanitarios, la pastilla comenzó a venderse como rosquillas.  La natalidad descendió aún más, pues no había prisa en ser padre o madre y la longevidad no tardó en desestabilizar el sistema de pensiones. Los gobiernos trataron de buscar soluciones. Retrasar la edad de la jubilación y la más controvertida: la obligación de tener descendencia. Si querías cobrar tu prestación debías de mantener al menos un niño hasta la edad adulta. Por supuesto, como suele ocurrir en estos casos, la pastilla no llegó a los países del tercer mundo, y no tardaron en crearse mafias que secuestraban niños para venderlos a los ricos del primer mundo y que así pudiesen acceder a su paga. No tardaron en apa

Al final

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Estaba sentado en el parque, al sol de la primavera, viendo al niño jugar en los columpios. Lo reclamó para que se acercara y darle la merienda. Bien sabía que el mejor regalo que le puede dar un abuelo a su nieto es la experiencia. Es por ello que le dijo...  -  Cuando el tiempo se agota, es cuando nos damos cuenta de que hemos empleado la mayor parte de nuestro tiempo en cosas superficiales. Cuando hacemos balance en nuestra vida, no importa cuantos billetes tenemos en el banco, ni que alto hayamos llegado en la empresa a costa de los demás. Solo importa la impresión que hemos dejado en la gente que nos quiere, porque eso... perdurará después de que nos hayamos ido. Seguramente su nieto no entendió casi nada de lo que le decía, pero algo si debía de haber calado pues sin decir nada, lo abrazó. 27/05/2018 Fuente imagen: https://www.uts.edu.au/about/uts-business-school/news/not-all-genetic-tests-should-be-publicly-funded-heres-why

Vital

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¿Habéis conocido alguna vez a alguien que os diera la sensación de que vivía demasiado rápido? Yo conocí a alguien así. Un chaval al que conocí un día de campo, de inmediato congeniamos. Es más sentí admiración por lo incansable, por lo alegre, por su vitalidad.  Tras unas horas jugando al balón con él, sentí que había hecho un amigo para toda la vida. De tal modo que me quise ir con él, en el coche de sus padres. Así también conocí donde vivía. Pero como suele ocurrir a esas edades tan tempranas, mantener una amistad tan incipiente no es cosa nada fácil. Dependes mucho de tus padres, de si compartes o no colegio... en fin, de muchas cosas. Pero nos buscábamos de vez en cuando por las calles. Si, era cuando los niños jugábamos en la calle. Subí alguna vez a su casa, jugábamos a un pequeño pinball que tenía. A él también le interesaba jugar conmigo y así tener una excusa para no ir a misa, tal y como lo obligaban sus padres. Era muy incipiente en todo. Con él conocí a chicas

Clima

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El ambiente se estaba tornando cada vez más frío. Pero ya estaba llegando a casa de su compañera de clase. Al menos allí se estaría calentito. Ella era una chica de las inalcanzables, de las que siempre van con el tío más guay. Él, tímido que trataba de centrarse y no tener muchas expectativas. Él ya llevaba el trabajo en la mano, dando por supuesto que lo iban al despachar con rapidez. Pero se equivocó. Ella lo invitó al pasar y a tomar un chocolate caliente. Pasaron a su habitación y por la ventana vieron que empezaba a nevar. Él se preocupó y ella se rió con diversión al observar su rostro - Vaya, ahora no te puedes ir. Podrías tener un accidente. Ella se acercó a su cuerpo y él comenzó a temblar, y no de frío precisamente. Se acercó al su oído y le susurró – Me gustan los malotes y tú eres demasiado bueno, pero... me consta que tienes una gran imaginación. 16/05/2018

Tiempos modernos

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Acunar a ciclos.  Periplos y odiseas. Las luchas invisibles. De lo irresistible que resiste. Del dolor y lo complejo. Brillar como una estrella fugaz. Hoy por… Mañana por... Tu rostro, mirar sin ojos. Seco como el viento. Duro como la marmita. La esperanza del pozo. Lluvia controvertida. ¿Renacer? Para morir. ¿Y el destino? Con una copa de vino. ¿Y el mañana? Dormido. ¿Y el amor? Bis. 05/04/2018

Escurridiza

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Se había escondido en la grieta de una de esas enormes cajas de madera. Parecía un lugar calentito, una buena base de operaciones desde la que actuar. De pronto una mañana, su guarida, junto con el resto de la caja, comenzaron a zarandearse de un lado a otro ¡Qué mareo! Por suerte no duró más que unos minutos, pero con el susto no saldría a ver que había pasado hasta la noche. Y así lo hizo. Había más gente de lo habitual, los humanos, eso no era nada bueno, o tal vez si, donde había humanos siempre había mucha comida. En los días posteriores comenzó a sentir viento, frío, humedad… Por lo que se vio obligada a dejar la caja de madera y a internarse más allá. Llegó a un lugar demasiado limpio, demasiado iluminado. No era nadie capaz de apreciar aquellas suntuosas escaleras tapizadas de rojo, las lamparas y demás cristalería de ensueño. Lo que si supo apreciar fueron los manjares de aquella infinita cocina. Por fin había encontrado un lugar calentito y con comida abundante. U

Eclipse

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Como otras veces, subió a la terraza del instituto. Era un lugar tranquilo, lejos del bullicio de las aulas. Pero esta vez se subió un poco más, a una segunda terraza donde habían unas antenas. Se acercó al borde. Y miró para abajo, se preguntó si sería una altura suficiente como para morir en la caída. La vio en su imaginación. La sonrisa de la chica, el brillo de sus ojos, las pecas de su cara. Había estado dos meses dándole vueltas a si le pedía una cita, preguntándose que respondería al preguntarle, si quería salir con él. Cuando por fin se armó de valor ella le dijo… “No salgo con chicos del instituto” Fue un golpe duro, si. Pero no tanto como cuando la vio un mes después con otro compañero, mientras este la agarraba de la cintura y le daba un beso en los labios. Se quería morir. Y aquí estaba, en lo alto de la azotea. Preguntándose como terminar con el sufrimiento por el corazón roto en pedazos. El terminar con todo de una forma fácil y rápida. Una ráfaga de viento movió

Suposiciones

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- ¿Qué has hecho? - Le preguntó nada más entrar por la puerta. Era una de sus pocas amigas, que por cierto, pocas veces venía de visita. - ¿Perdón? - Respondió confuso. Puso con el dedo índice en su esternón - No te hagas el despistado. Ayer te vi en la parte de atrás de un coche de la policía. A saber que barbaridad has hecho. El chico se puso a reír, aunque no en exceso – Bueno, “que me han hecho” más bien. Ayer me entraron a robar en casa. Fui a denunciarlo a la comisaría y los agentes tuvieron la amabilidad de llevarme a casa con ellos y así poder enseñarles los destrozos. - Ah, vaya. Lo siento. Yo pensé que… - ¿Que me había convertido en un delincuente? - Metida de pata. Ya te dije que lo siento El chico aprovechó para hacer leña del árbol caído – Claro y de paso venir a enterarte para luego poder cotillear con tus amigas. - ¡No digas eso! - resopló – Bueno y qué ¿Encontraron huellas o algo? - La verdad es que no. Pero si el cuerpo que guardaba en la nevera

Vecinos y X

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Había pasado por una época en la que pensé que Charlotte era inalcanzable, que la había perdido para siempre. No era un típico caso de... “no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes” pues no necesitaba perderla para saber que aquella chica era la hostia. Quizá por ello, cuando respondió a mi beso, se electrizó toda la piel de mi cuerpo – Lo siento – Murmuré de nuevo al terminar el beso y bizquear con los ojos al mirar los suyos tan de cerca. No solo sentí que todo estaba bien, lo que sentí fue muy superior, fue la necesidad total y absoluta que tenía de ella, de hacerla mía, de poseerla y volverla a poseer infinidad de veces. La besé de nuevo de forma apasionada, la subí a la mesa de la cocina y mis manos recorrieron sus muslos hasta su parte más íntima. Me mordí los labios antes de atacarla de nuevo, ya nada me podría parar. Hicimos el amor hasta el agotamiento, hasta que caí rendido en su cama y perdí la noción del tiempo y del espacio.  Me despertaron las luces de un nu

Vecinos IX

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Sus lágrimas me conmovieron y desgarraron mi alma. Aunque las tratase de disimular y las limpiara con rapidez. En mi caso, esconderse ya no era una opción. Charlotte tenía razón en que merecía una explicación y en ese momento entendí que quizá me había equivocado apartándome de ella, por lo visto no me había olvidado con la rapidez que yo esperaba. No era nada agradable recordar de nuevo aquellos sucesos, pero me sentía en deuda, hoy si había un buen motivo para ello - Quedé con mis amigos. Para tomar unas copas, contarnos nuestras cosas, ya sabes. Recuerdo que estaba muy contento.… La noche fue pasando. De normal sé bien donde está mi límite y te juro que fue todo muy confuso. El caso es que cuando volvía para casa me despisté un momento, se me cruzó alguien en la calle y no me dio tiempo - Suspiró – Lo atropellé – Bajé la mirada mientras exhalaba aire. - Lo peor fue no poder hacer nada durante aquellos minutos. Llegó la policía. Me hicieron el control de alcoholemia y me pasa

Vecinos VIII

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Estaba paralizado delante de la puerta cuando mi jefe me lanzó un grito. Agaché la cabeza y entré para adentro, allí estaba ella, en la cocina. Una de las cosas maravillosas que tiene el ser humano es la mirada. La de ella se me clavó en el alma, conectó de nuevo nuestros mundos y una sacudida de recuerdos y sentimientos me inundó. Pero solo fue un instante, pues no tardé en percibir el rencor, la ira. No me atreví a pronunciar palabra alguna, solo deseaba que el tiempo pasara rápido. Mientras Fermín hacía sus comprobaciones – El enchufe está mal – No tardó en sentenciar. - Si, está muy mal – Dijo ella mirándome a mi y achicando los ojos. - Hay que cambiar el cable entero, hasta la fuente de alimentación – Dijo Fermín – Pero no hace falta que nos lo llevemos. Alain ¿Te encargas tú? Ve al taller a por el repuesto y dejas esto arreglado. Increíble, no solo hacía falta volver sino que además debía de enfrentarme solo a esto. Por un momento me pareció que ella sonreía como sa

Vecinos VII

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Esperaba que no me hubiese visto. El caso es que no saqué provecho del resto de la noche y lo de relajarme ni de coña. Hasta mi colega me notó raro. Le dije que no me encontraba bien y que me marcharía pronto. En realidad deseaba salir corriendo de allí. Así que en cuanto terminamos de cenar pagamos y nos despedimos, sin hacer sobremesa y sin atreverme a mirar las caras de los clientes del local.   Me envolvió de nuevo la soledad. Nada más llegar a casa cogí el calendario lo rompí en pedazos y lo tiré a la basura. Pero en contra de lo que pensaba, no me sirvió para sentirme mejor. De haber tenido alcohol en casa me habría emborrachado, mañana saldría a comprar una botella. Ahora, esta noche, estaba seguro que no iba a pegar ojo. Charlotte, lo que pudo ser y no fue, jamás encontraría a otra igual. Así lo hice al día siguiente, pero Fermín me podía llamar para algún trabajo, y ya tenía suficiente con el sueño como para encima ir bebido. Dejé la botella en la mesa de la cocina, hac

Vecinos VI

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Capítulo 2. Un año después Miré por casualidad el calendario, el día que había quedado con Fermín. Y era eso lo que me llamaba la atención de la fecha ¿No?  Pues no. El 1 de Junio me sonaba por algo más. Hace un año… Joder. Parecía que había pasado un siglo, pero fue hace un año cuando conocí a Charlotte, la loca vecina de enfrente. Me sorprendí a mi mismo con una sonrisa en la boca y un dolor agudo en las entrañas.  Ahora estaba sin piso y había vuelto a casa de mi madre con toda la vergüenza que eso suponía para mi. Aunque estaba fuera de esa casa todo el tiempo que podía, convivir con ella no era fácil.  En este tiempo también me despidieron y ahora tenía un trabajo precario. Conocí a un electricista que necesitaba un aprendiz. Aunque en realidad me quería para cargar electrodomésticos y llevarlos hasta su taller.  Me callé que tenía una ingeniería y que posiblemente supiese más de electricidad que ese tío. Pero en mis circunstancias, uno aprende a no ten

Envite

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Este era la tercera tentativa del grupo. Si no lo intentaban en esta ocasión, más valía que se fueran para casa. El cansancio ya estaba haciendo mella en sus cuerpos, pero parecía que esta vez el tiempo les iba a dar una tregua. Salieron temprano del campamento para aprovechar bien el día. Mirar la cima, ya había perdido casi todo el encanto, en cambio no el magnetismo que siempre producía. Cada paso en la nieve costaba un gran esfuerzo. Pero era lo de siempre. ¿Se trataba de un reto contra la montaña o contra uno mismo? El camino de huellas había quedado casi borrado por completo por la última tormenta, había que extremar la precaución. La mirada en los pies, aunque eso les privara de disfrutar de los mejores paisajes. Quizá por eso no lo vieron venir. Cuando el cabeza de grupo levantó la mirada, quedó tan sobrecogido que tardó en gritar. Aquella nube que no era nube, blanca, majestuosa que se agrandaba a pasos agigantados. Unos doscientos metros por encima, comenzaba a prec

Ofuscado

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Si, reconozco que estaba desesperado. Que cuando todo va mal durante un tiempo, me ofusco, todo se ve negro. Primero fue el empleo. Después de trabajar varios meses sin contrato, a la calle. Luego fue mi pareja, las preocupaciones, los problemas pasaron factura y me dejó. Finalmente mi casa, al no poder hacer frente al pago me la embargaban. Así que por eso salté de un vigésimo piso. Muerte segura. Unos segundos de angustia y el final. Pero algo sucede a mitad caída.  En mi bolsillo teléfono se pone a sonar. ¿Y si es para algún empleo nuevo? ¿Y si es mi mujer que quiere volver conmigo? ¿Y si es de mi banco que aceptan negociar las condiciones de mi hipoteca? Demasiado tarde para comprobarlo. Es el fin. 03/03/2018

Verano

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En la orilla de la playa, un niño mira a la mar. Un sol recalienta sus hombros, pero estos ya están acostumbrados. Desde aquí no se percibe el desagradable olor de la depuradora que queda más allá. En cambio si la del chiringuito de playa que ya prepara las primeras paellas para los turistas. Todo mezclado con el olor y el sabor a sal. El castillo de arena comienza a derrumbarse, pero aún no es tarde para construir un foso alrededor que llenar con el agua del mar. Y sino pronto la marea se encargará de ello. Nunca olvida construir un segundo foso, que comunica el del castillo con la cercanía del agua. Espera que esta vez ningún desaprensivo patee si obra. Pero ahora la atención del niño está en otro lugar. Las olas. Son fascinantes, es lo mejor de este lugar. Saltarlas, luchar contra ellas. Soñar que es un valiente guerrero que vence una inmensa fuerza de la naturaleza. Mira atrás, buscando la localización de su madre. Sonríe y corre sintiéndose feliz en dirección a la orilla.

Corazón gris

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El enfado les hizo dejar de hablar. No fue más que una tontería, un pequeño arrebato de celos, que los puso de morros unos minutos. Pero los minutos se convirtieron en horas. Era su primera relación seria y no sabía como gestionar aquello. Pero lo evidente es que se sentía mal. A la vuelta, él trató de comunicarse, de pedirle disculpas. Pero ella se negaba a hablar. La tristeza se convirtió en amargura. Aquella noche se despidieron de la forma más fría. Al día siguiente, sin aviso previo, ella se presentó en su casa. Habrá venido a hacer las paces, pensó él. Pero nada más lejos de la realidad. La chica había ido a terminar con la relación. Él se quedó tan helado que no supo reaccionar, solo pudo escuchar con los ojos muy abiertos y casi sin poder pronunciar palabra.  Las navidades terminaron de súbito antes de tiempo. Todo se volvió gris. El frío y el dolor no habían hecho más que comenzar y se instalaron por bastante tiempo en su interior, lo que tardó en comprender el rever

Rescate

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El vaquero había recorrido decenas de kilómetros hasta llegar aquí. El lugar en el que retenían a la cautiva. Los últimos metros era los más decisivos, donde la táctica y el efecto sorpresa tenían especial importancia, ya que aquellos Cheroqui lo superaban en número. Así pues, había decidido infiltrarse en silencio, liberar a su amiga y escapar sin ser vistos. O al menos hasta llegar hasta Tornado, su fiel caballo, al que había dejado atado unos metros más allá. Y todo estaba yendo bien. Estaba cerca de centro del campamento. Los salvajes danzaban en círculos alrededor del fuego, esta era su oportunidad. Pero no vio venir aquel picor que le sobrevino, justo al iniciar la carrera entre choza y choza. Un sonido casi tan fuerte como un disparo resonó con potencia. Se interrumpió la música, y el vaquero, que acababa de estornudar, fue el centro de atención de todas las miradas. 30/01/2018

Lápiz de colores

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De familia humilde el niño tenía que usar calcetines raídos. Exprimir los lápices hasta que apenas se podían coger con los dedos. Usar la ropa más barata del mercado. Mientras algunos de sus compañeros de clase lucían la ropa de marca, juguetes caros y además presumían de ello. Como pasó con aquel lápiz de colores, si, de colores, no solo de un color, sino que estaba compuesto por varias puntas intercambiables, una pasada. El niño tuvo un arrebato, y en un despiste de su compañero se agenció del pequeño tesoro. Lo escondió en su estuche, lo miraba, jugaba con él. Y se lo llevó a casa, donde se pasaba horas intercambiando las puntas, pero apenas lo usó. Poco a poco fue ganando en su interior el pesar de la mala acción que había cometido. Y un día una idea brilló en su mente. Devolverlo. Sólo de imaginarlo le hizo sentir bien, así que eso haría. Lo llevó de nuevo a clase, y cuando su compañero fue al servicio se lo dejó encima de su pupitre. A la vuelta, se quedó mirando el lá

Objetos perdidos

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- ¿Y cuándo dice usted que la perdió? - A finales del verano pasado, bueno, en septiembre - ¿Donde? - Pues no estoy seguro, yo la llevaba encima y cuando me di cuenta… ya no estaba. Debió de ser de camino a casa o al trabajo. - Ummm Descríbala con la mayor exactitud posible - Bueno pues… es difícil. Es de esas cosas que no te das cuenta cuando está, pero notas el vacío cuando no está. Yo lo noto más por lo que en mi producía. Me sentía bien, feliz, me hacía mirar al futuro con optimismo… Ahora lo veo todo negro - Ya, ya. Y ahora su vida ya no tiene sentido, ¿No? - Exacto ¿La tiene? - Pero vamos a ver. Yo no le puedo dar la esperanza, la tiene que encontrar por si mismo… ¡El siguiente! 25/01/2018 Fuente imagen: http://www.stevemcpherson.co.uk/2008/11/16/objects-lost-objects-found-object-lost-object-found/

Nochevieja

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Había tenido que volver a por el regalo del amigo invisible, por eso se retrasaba. La mesa ya estaría puesta, pero había avisado y le esperarían para comenzar a cenar. Como detalle también llevaba una caja de bombones. Se metió en el ascensor, pulsó el botón. Justo cuando se cerraban las puertas una chica rubia que entraba en la escalera corrió. El chico tuvo el detalle de detener las puertas para que ella pudiese entrar. - Gracias – Agradeció su gesto. El ascensor por fin comenzó su recorrido, ronroneando hasta que de golpe, se paró el seco. Los pies de ambos dieron un pequeño salto por la brusquedad, pero no ocurrieron mayores percances. - Vaya – Dijo él. Se miró la hora. Faltaban menos de dos horas para las campanadas. Pulsaron varios de los botones, pero nada. El chico llamó a sus amigos, no tenían la llave del ascensor, pero se encargaron de llamar a la empresa de mantenimiento. Pero en una noche como hoy iban a tardar un buen rato. Ojos en blanco, suspiros… - Parece

Todo preparado

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Las prisas, unos pocos nervios. El evento principal está cerca. La cocina trabaja a todo vapor. Los camareros se acaban de vestir. El olor a perfume se mezcla con el de la comida. Es el último momento en el que se respira la tranquilidad en la sala. Todas las mesas preparadas, platos, vasos, copas. Todo ha de estar perfecto y a pedir de boca. Los comensales más inquietos acuden ya. Probablemente ni han ido a la ceremonia. Apuran el pitillo cerca de la puerta de entrada. Todos esperan la llegada del coche nupcial. Suena el teléfono de uno de los invitados. Atiende la llamada. Abre los ojos con gran asombro y murmura unas breves palabras. Suspira, se acerca al Maître y le dice algo. Este asiente con la cabeza, pocas cosas hay que no haya visto. Da unas palmadas para llamar la atención de su personal. - A recogerlo todo chicos, los novios no se han casado. El que quiera puede llevarse comida a casa. 20/12/2017 Fuente imagen: http://www.jobmail.co.za/blog/10-skills-and-trait

El día a día en el instituto

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Ir a clase era un suplicio. Los insultos eran casi lo de menos. Hasta estaba dispuesto a soportar algún que otro cachete si eso significaba que lo iban a dejar en paz por unas horas. Lo peor era la humillación.  Los matones se aprovechaban, y el resto... el resto se reía a expensas de lo que le hicieran. Quería ser invisible transparente. Lo había intentado con todo: llevando capucha, no preguntar nada al profesor, hacerse el tonto, pero nada sirvió, la tenían tomada con él. El estrés había llegado a tal extremo que un día decidió ponerle fin. Después de recibir una colleja al ir a beber de la fuente del patio, se encaró con el peor de los matones. A este le hizo gracia y le dio un empujón. Pero el chico esta vez no se amilanó – Quiero que me dejes en paz – Le dijo con firmeza. El matón echó mano al bolsillo y sacó una reluciente navaja. No muy grande, pero lo suficiente como para intimidar a cualquiera. El chaval, sentía que no tenía ya nada que perder, prefería morir litera

Sin palabras

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Era el segundo día del campamento de verano, lo recuerda bien. Tenían que hacer una pequeña obra de teatro. Chicos y Chicas adolescentes, seguramente para que se fueran conociendo y romper el hielo.  Los dividieron en grupos aleatorios, nadie del grupo se conocía, pero rápidamente comenzaron a organizarse. Harían una crítica del consumismo en la sociedad. Él era el más tímido de todos, pero se sintió envuelto en la armonía y de algún modo, el hecho de que nadie lo conocía le tranquilizó. Su papel era sencillo. Un poco de voz en off y tenía que interpretar lo que hacía por la tele. Todo se puso en marcha. Sin papeles, sin ensayar, tenía que ser algo ágil y rápido.  Todos lo estaban mirando. Le tocó el turno, las primeras frases salieron solas, pero notó mucho eso de ser el centro de atención. Se puso colorado, sus palabras trastabillaron, se quedó… sin palabras. Y eso aumentó mucho más su bochorno. Aquellos segundos pasaron eternos para él. Y luego… luego, aunque su papel ya h

La hora del té

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Entró el servicio. Reverencias. Uno limpió la mesita de cristal, aunque ya estaba limpia. El otro depositó la bandeja en la mesita. Una de las mujeres se arrodilló, tomó la jarrita con mucho cuidado y le sirvió el té. El emperador, que seguía con los guantes puestos, hizo un leve ademán para que se retiraran todos. No tardaron ni tres segundos en salir de la habitación. Sorbió el contenido de media taza. Las vistas eran hermosas, valle abajo todo era verde. Hacía tan buen día que hasta se veía el monte Fuji desde aquí. El siempre imponente monte, el impasible, el que no cede… Sintió de nuevo la punzada en su orgullo. Si no se había suicidado era por su pueblo. ¿Cuantos lo seguirían si él lo hacía? No, debía de ser fuerte, como el Fuji. Su persona, él sería humillado de la peor forma posible. Pero su pueblo había sufrido ya tanto… La puerta se abrió, quedó tenso. No estaba acostumbrado a que lo interrumpieran, era algo impensable. - Majestad imperial, lo siento pero… - ¡A

Vida nueva

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Se había pasado tanto tiempo temiendo que ocurriese esto. Y ahora estaba relativamente tranquila. Seguramente porque uno teme lo que puede perder, pero una vez está claro que lo vas a perder… pues solo queda la posibilidad de seguir para delante. Ofuscarse no era es opción. Había que esforzarse y ver el vaso medio lleno, la vida le ofrecía a una un mar de posibilidades. Había que salir al mundo exterior, hacerse valer, tomar las riendas. Había que armarse de valor, pues la verdad es que daba vértigo. - Firme aquí – Le dijo el hombre encorbatado. Nunca le cayó demasiado bien. Ya sabía que su simpatía había sido siempre falsa. Y para él, ella solo había sido un número más. La mujer se reclinó sobre el papel, estampó su firma y añadió un “no conforme”, le cedió el papel. El hombre miró el documento enarcando las cejas. La miró. Ella le devolvió una sonrisa y añadió – Os vais a cagar por haber despedido a una embarazada – Abrió su chaqueta y le mostró el bulto de su vientre de

Imágenes en sepia

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La calle terminaba. Luego un camino de tierra, algunas acequias, unos campos de naranjos descuidados y llenos de matorrales. Un día de lluvia intentamos construir una cabaña con un plástico y unas maderas. Sentarse a escuchar el golpear de la lluvia era lo más. Aunque de todos modos uno terminase empapado. Un perro vagabundo se convertía en tu mejor amigo. Solo había que llevarle unas galletas o las sobras de la comida y tenías fidelidad para siempre. Bautizamos al perro. Y uno ya de chico, aprende que los animales vagabundos no duran mucho. Especulábamos con las historias. Con que por aquella zona se ocultaba un malvado criminal. Encendíamos fogatas y le echábamos cosas, como botes de insecticida. Era una de la travesuras temerarias favoritas. Pero era suficiente con unas canicas o un trozo de yeso para rallar en el suelo. Unas monedas. Llenar un bote de arena. Seguir una acequia a ver donde te llevaba. Y el colmo ya era disponer de un balón de plástico. Ni siquiera hacía

Hoy tempestad

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El color del cielo era espectacular. Variaba del azul oscuro al púrpura intenso. Las nubes se elevaban impresionantes, como enormes macizos rocosos. El silencio se hizo, animales y personas parecieron callar ¿Acaso escuchaban?. Y a lo lejos, poco a poco comienzan a sonar los primeros truenos. Rugidos de dragón más bien parecían. La brisa se fue levantando. Las primeras hojas a volar como tratando de huir ya. Los truenos en aumento. La campana del porche comenzó a sonar. Algún campesino se afana a regresar a su casa, conocedor por su experiencia de lo que está por suceder. Al fin y al cabo, se dice que los agricultores son los mejores meteorólogos. El día se convierte en noche en pocos minutos, el aire cambia a fresco y aumenta su intensidad. Los truenos están ya cerca. Caen las primeras gotas. No se trata de una lluvia fina. Sino pocos y grandes goterones, como si estuviese a punto de abrirse el grifo de los cielos. Un rayo impacta en el suelo, los caballos dan coces, el vie

Muñeca de porcelana

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Pegó su rostro al cristal. Allí estaba esa muñeca de porcelana que tanto deseaba. La que le había pedido a su madre en repetidas ocasiones. Pero que siempre le daba alguna excusa para no comprarla. Todas las que había tenido hasta ahora eran de trapo, remendadas una y mil veces. Les tenía cariño, pero si conseguía aquella muñeca del escaparate sería "la mamá" de todas las muñecas. Y ella, la niña más feliz del barrio. Pasaban las estaciones y la muñeca seguía allí. Pero la suerte no dura para siempre y un buen día la muñeca desapareció del escaparate. Se dio cuenta entonces, que haber podido visitarla, casi la había convertido en suya. Y ahora… volvió llorando a su casa. Tal era el desconsuelo que su madre le preguntó que le pasaba. La niña le contó el motivo. Apenas cenó, no tenía hambre y la llorera prosiguió hasta la hora de irse a la cama y más allá, robándole horas al sueño.  Ni la madre podía dormir. Encendió la luz de la habitación de su hija  - Pero cielo…

Esfuerzo

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El viento silbaba al contacto con los árboles y la roca, mientras gotas de sudor perlaban su frente. Su rostro estaba fruncido por el esfuerzo, pero por dentro estaba feliz. Una vez más lo estaba logrando. ¡Estaba alcanzando la cima! Había que ir con cuidado.  Mano, mano, pie, pie, mano, mano… Y la pesada carga a la espalda. Se respiraba tan bien aquí. Los logros, los retos. Se secó el sudor con la manga de la camisa, no podía permitirse que se le enturbiara la visión. Una piedra más, una roca más… Ya casi, ya casi… Había sido duro, pero estar tan cerca le despeja a uno la mente. ¿Qué es la vida sino superar cada  uno de los retos? Paró, necesitaba tomar aire. Primero aire, luego agua. Es lo que le pide el cuerpo. Dosificar las energías, sin prisa pero sin pausa. Hay que seguir, hay que seguir. Ahí adelante parece haber... ¿Se acaba? ¿Es el collado? A partir de ahí será pan comido. La carga, no se le olvida la carga, sigue el ascenso. Solo queda la parte final. Llega a

Tesoro

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El niño jugaba con la pequeña pala de plástico hasta que topó con algo duro. Supo de inmediato que no se trataba de una piedra, el sonido fue metálico. Intrigado, cavó en la tierra alrededor de aquel objeto. Intentó tirar de él, pero o era muy pesado o seguía muy enterrado. Finalmente cuando tres cuartas partes estaban al aire, se movió. Era una caja rectangular, plateada, como un pequeño cofre de unos treinta centímetros. Miró en dirección a la cocina ¿Debía de decírselo a mamá? Arrugó el ceño y decidió que no. Al fin y al cabo, los piratas cuando encuentran un tesoro ¿Se lo dicen a sus madres? Abrió una pestaña, la movió en una dirección… nada. La movió en la otra… “Dump” la tapa se abrió ligeramente. Sus dedos volaron a abrirla de par en par. Vaya, no había monedas de oro. Pero no estaba vacía. Había una cajita de madera y una nota escrita. El niño estaba aún aprendiendo a leer y la nota parecía complicada. Pero al ver lo que ponía al final, abrió los ojos como platos. Ag

Un día de furia

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Sucedió todo muy rápido. Con las prisas a la entrada de la boca del metro, un leve empujón producido por la masificación de gente y el poco espacio. Todos quieren pasar con rapidez para no perder el metro. - ¡Oye mira por donde andas! - Protestó la chica - Lo siento, las prisas… - respondió él con ganas de desaparecer de allí cuanto antes. - ¡Cabrón! - Ella no había tenido suficiente y necesitaba desfogarse - ¡¿Perdona?! - Se detiene el el seco y se encara a ella – El insulto sobra ¿Vale? Te puedo denunciar por eso… La chica tenía ganas de guerra – ¡¿Ah si?! ¿Y lo vas a hacer? No tienes cojones – Le espeta. Él se pone hecho una furia, sabe que pegar a parte de que está mal, sería un grave error. La agarra del brazo y se la lleva consigo. Unos metros más allá había visto un agente – Disculpe, quiero denunciarla me ha insultado. La chica se pone a llorar desconsolada – Me ha… me ha tocado una teta… Yo estaba tan tranquila y me toco… - dice entre pucheros. Él se pone b