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Mostrando entradas de 2019

Guion

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Y fue entonces cuando comprendió que la vida podía ser bien cruel, que no era el guion que había imaginado. De pronto se sintió aplastado por la realidad, atrapado sin libertad de movimiento como una mosca en una tela de araña; pensó tras ver a su hijo ingresado en la UCI conectado a todas aquellas máquinas. 31/05/2019

El bloque

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Fátima es la mujer más mayor del bloque. Regala limones a sus vecinos y siempre tiene un rato para sus charlas. Se nota por sus arrugas que mucho es lo que ha vivido y conoce. El único pero, es que camina ya despacio y tiene problemas de memoria. Teresa es su vecina de enfrente, y por lo tanto, con la que más habla. Buenos días, que calor hace hoy... con ese inicio la conversación puede derivar a cualquier lado. El otro día, la anciana, le contó algo estremecedor a Teresa. Que su nieto Andrés no le dirigía la palabra. Se había puesto a vivir recientemente en el bloque y no le había dicho ni mú. Fátima se lo contó mientras las lágrimas recorrían su cansado rostro. Por lo visto hacía años habían tenido una fuerte discusión con una de sus hijas, y esta en venganza, no le había hablado de ella a sus nietos, el peor castigo que se le puede hacer a un abuelo. Teresa se quedó pensativa, pensó en que no perdía nada en intentar arreglar las cosas. Ni corta ni perezosa, subió para habl

Fénix

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Era un chico apocado, introvertido. Tenía tendencia a pasar desapercibido, no hablaba mucho aunque su mente era un hervidero de ideas, de opiniones, de sentimientos. Un chico que tenía todas las papeletas para ser víctima de los abusones de turno, y así era. Eran frecuentes los días con burlas, cachetes y bromas de mal gusto.  Eso no quitaba que soñara despierto con chicas, con las más guapas. Pero más de una vez soñó también que conocía a su escritor favorito, uno extranjero de fama mundial. Su corazón vibraba solo de pensarlo. Un día al terminar uno de aquellos libros, se dio cuenta de que los protagonistas de esas historias se enfrentaban a los terrores más intensos, y a pesar de que no siempre salían airosos, al menos demostraban al malo que no lo iban a tener nada fácil. Decidió enfrentarse a los abusones, él podía ser como uno de esos protagonistas. Tal vez saliera con un ojo morado, pero el otro no se iría de rositas. No tardó en darse la oportunidad, al primer insul

Más ventanas

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Esta semana he tenido el privilegio de leer uno de mis relatos en la población de Aspe al haber quedado como finalista en su concurso de microrrelatos. Aquí está el culpable: ... En la vida hay muchas ventanas. No nos damos cuenta pero están ahí, a nuestro alrededor, tan solo hay que descorrer la cortina y abrir una.  Subes una montaña, se te abre una ventana. Visitas un país, se abre otra… y así con infinidad de cosas. Todas estas ventanas tienen un poder: Te dan una nueva perspectiva de la vida.  Llegar a viejo debe de ser como vivir en un ático. Con un montón de ventanas abiertas y tras cada una de ellas un paisaje distinto. La vida son ventanas, y al final, tal vez nosotros nos convirtamos en una de ellas.  22/05/2019

Pájaros en la cabeza

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Allí se hallaba, al final del camino. Delante, se elevaba un terraplén de un metro de altura, y encima un par de líneas paralelas. El sol caía con justicia. Subió el terraplén.  Miró a un lado y al otro, nada. Se sentó, el metal ardía, allí recapacitó. No era un mal sitio, se escuchaban los pájaros, el ligero viento mecía los juncos. El metal comenzó a rechinar, miró a su izquierda, si por allí venía. Miró de nuevo al frente. Pensó en como había llegado a esa situación. En la angustia que sentía en el pecho, la congoja, lo cerrada que tenía la garganta. Y en el corazón… lo peor. Los chirridos se hicieron más intensos, el suelo comenzó a temblar, y unas lágrimas comenzaron a caer por su mejilla. Sonó un silbato, el maquinista ya debía de haberlo visto. Se obligó a no mirar a la izquierda donde una figura iba aumentando su tamaño. Quedaban pocos segundos ya, y se preguntó por última vez cómo terminar con la angustia. Observó unos pájaros volar, eran libres. Y a él ¿Qué le imp

Ventanas

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En mi primera ventana había un pequeño patio, donde se hicieron carreras de caracoles, donde la vecinita desde su ventana me enseñaba una Barbie sin ropa, donde siempre hubo alguna planta. Al lado de esa ventana hice deberes, dibujé, escribí mis primeras historias y jugué… Desde mi segunda ventana había unas vistas fantásticas. Al fondo una montaña que se alzaba al pie del mismo mar y hasta llegar a ella se veía una gran extensión de naranjos, siempre verdes y que regalan su fragancia de azahar en primavera.. Allí Crecieron y jugaron bebés. Se trazaron sueños, algunos se cumplieron y otros se truncaron. Desde la tercera ventana se ve un balcón con flores hermosas y un cielo casi siempre azul. Donde se vivieron tanto momentos de familia muy cercanos, como la independencia en estado puro. Donde todos los momentos tampoco fueron felices y la vida parecía complicarse, pero un lugar que se pudo usar como trampolín para volver a soñar. Ahora me hallo buscando una cuarta ventana, y

Horarios

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El chico se bajó del tren, aún le resultaba extraño viajar con tan poco equipaje. - ¡Usted no debería estar aquí, ha llegado demasiado pronto! - Exclamó el jefe de estación nada más verlo llegar. - ¿Cómo dice? - Su llegada, no estaba programada. ¡Hay cielos! El chico no entendía la turbación del viejo y se quedó allí plantado observando como el hombre sacaba su libretita y se ponía a rebuscar entre las hojas como loco. Parecía que por fin había dado con algo - Veamos... ¿Premio Nobel o cantante de Rock? El chico se relajó, eso lo explicaba todo – Creo que se confunde, mi nombre es Manuel y soy un simple albañil. - ¡Anda, anda! Eso ya lo sé, y yo San Pedro. Me refería a si prefiere reencarnarse en un premio Nobel o en una estrella del rock, hasta que sea su hora. ¡Elija ya, no tenemos toda la eternidad! 04/05/2019 Aquí estoy de nuevo. Septiembre... Un año por delante.

En la arena

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El niño había ido con su familia a pasar el día en la playa. Cuando las toallas y la sombrilla ya estuvieron desplegadas corrió hasta la orilla y allí se sentó. La arena estaba húmeda y no quemaba. Tras mirar durante unos momentos al horizonte, se dispuso a comenzar con las obras para realizar su habitual castillo. Lo primero un hoyo del que sacar la arena, y que además, podía ser usado como foso si construía el castillo en su interior. Así que comenzó a cavar. No era la primera vez que al hacerlo topaba con algo. Casi siempre la concha de algún molusco, pero en esta ocasión parecía tratarse de algo muy distinto. Era grande y rugoso. Tenía la textura de la madera, pero frágil a la vez pues parecía romperse con facilidad. Miró de reojo a sus padres pues no quería que le sermonearan al grito de que se podía cortar o a saber… y siguió desenterrando aquello. Ya le cabía casi todo el brazo en el agujero cuando topó con un material distinto. Algo frío y metálico… ¿Monedas? ¿Había e

No hay mal que por bien no venga

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Su abuela le había dejado el piso en herencia. Por fin iba a poder independizarse. Trabajar en el campo era duro y mal pagado, ningún banco le fiaba para pedir una hipoteca. Era conocedor de que con los gastos del piso le iba a quedar muy poco para comer, los pequeños vicios quedarían reducidos a la nada. Entró en aquel pequeño y oscuro piso. Paredes aún recubiertas de papel pintado, varios de los muebles se caían a pedazos... pero al menos todo era suyo, eran sus pedazos. Era una persona mañosa y poco a poco iría arreglando cosas, su mente se disparó y comenzó a hacerse planes. Ya desde el primer día quiso dormir allí. No pasó muy buena noche, dándole muchas vueltas a la cabeza y con uno de los muelles del colchón incrustado en la espalda. Pero al menos no habían chinches. Después de tomar una taza de agua caliente con ligero sabor a café, se dispuso a hacer la cama. Retiró las sábanas y vio un agujero. Refunfuñó pensando en que todo parecía estar viejo y roto. De nuevo inten

Un buen día

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Soñadora, la chica de tez pálida miraba por la ventana, a menudo era mejor que lo que echaban por el televisor. Hoy llovía y le encantaban los días así, pero si no había tormenta, pues los truenos le daban un poco de miedo. Disfrutaba al ver cómo la gente caminaba deprisa tratando de cubrirse bajo un paraguas. Las gotas de lluvia resbalar por el cristal. El niño con impermeable y botas que saltaba sobre un charco. Las gotas que perlaban los geranios de su balcón… La naturaleza comulgaba con la lluvia. Esta se intensificó y la visibilidad disminuyó. El cielo se volvió blanquecino y en el suelo el agua golpeaba con intensidad.  Menudo día… Se separó de la ventana que empezaba a empañarse. Se puso el impermeable, cogió el paraguas y salió a la calle, ahora ella era uno de esos transeúntes.  Muchos hubieran preferido quedarse, pero ella no, hoy tocaba película en el club de cine. Una película de terror de los años ochenta si no recordaba mal. Pero es que allí se sentía entre amig

Far west

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El forajido entró a lomos de su corcel en el polvoriento pueblo. Las ventanas se iban cerrando a su paso. Las gentes de ese lugar eran conscientes del duelo que iba a tener lugar, y no es que no lo quisieran presenciar, pero era mayor el temor que le tenían. Bajó de su caballo, ató las riendas al poste y entró en el salón. El piano dejó de tocar, los parroquianos miraron al recién llegado. Las espuelas sonaron en dirección a la barra, el silencio era sepulcral. Se situó al lado de un hombre enjuto, este dejó su vaso, su botella y se fue corriendo. El forajido sonrió apropiándose de la botella y bebiendo a morro.  - Busco a Mallory, ¿¡Dónde está!? – Exigió saber. El tabernero miró en dirección a una mesa, levantando ligeramente la barbilla. Acto seguido se echó al suelo tras la barra.  Los que acompañaban a Mallory en una de las mesas desaparecieron corriendo. Pero este se quedó. El forajido le hizo una seña con la cabeza – Vamos fuera, o quédate como un cobarde. Así p

Ascenso inmersivo

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La mañana despertaba, en el aire el olor a bosque húmedo. El viento silbaba entre las hojas de los pinos que iban desprendiendo algunas gotas que se habían condensado a lo largo de la noche, era un espectáculo hermoso. Curioso pisar, las zapatillas se hundían varios centímetros entre arbusto bajo que crepitaba bajo los pies. Cada vez olía más a planta, un olor bastante agradable que le hizo sentir, que allí el extraño era él. Sin prisa, pero sin pausa, el caminante iba ascendiendo. Un sonido repentino lo hizo dejar de mirar por donde pisaba, le dio tiempo de ver como una gacela huía a toda velocidad. Sonrió, y se guardó el momento para él. Su respiración era cada vez más profunda, poco a poco iba acusando el cansancio. Hizo una pausa para dar un trago y miró en dirección a la cima, invisible aún desde donde se encontraba. Agachó la mirada para agarrar la mochila de nuevo y entonces lo vio en el suelo. Junto a su pie. Un objeto brillante del tamaño de un puño. Pero con forma i

Un sueño

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Era el escritor favorito del joven y lo sabía todo de él. Dio la casualidad que venía al país a presentar su último libro y él iba a estar en esa ciudad. Canceló todos sus planes para poder asistir. Se presentó mucho tiempo antes y se sentó en primera fila, quería estar cerca de él; ver sus rasgos, sus expresiones, sus ojos, esas manos que habían creado historias tan famosas y maravillosas. La charla comenzó. El escritor se mostró cercano, informal, y lanzó varias preguntas al aire. Había mucha gente en la sala que iban por la fama del personaje, pero que seguramente no habían leído ni uno solo de sus libros. El joven automáticamente respondía todo, pero sin levantar la voz. El escritor reparó en él y debió de hacerle gracia el chaval. De pronto le lanzó algunas preguntas directas. El chico se puso rojo como un tomate. Le hizo algunas bromas y pasó un poco de apuro, pero se sintió feliz. Terminó el acto. Cuando ya se iban todos, alguien de seguridad llamó al chico y le dijo

Entierros

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No me gustan los entierros, pero asisto a todos, me siento en la obligación. En ellos se produce una descarga total de emociones. Pocos sentimientos más fuertes hay que el dolor por la pérdida de un ser querido. La contrariedad frente a la muerte. La aflicción. Mi primer familiar se machó siendo aún yo un niño, aún recuerdo aquellas sensaciones extrañas. Luego fueron llegando más, como gotas de una fría lluvia, lenta pero imparable.  A mis noventa y ocho años ya me falla la memoria, casi ni me acuerdo de cuando y porqué llegó “la enfermedad” por la que dejaron de nacer niños. Al menos ya no asistiré a más entierros, solo quedo yo. 23/10/2018 Me he dado cuenta que últimamente me salen textos truculentos, oscuros... No sé muy bien por qué, tal vez cosas de la edad o quizá cosas del subconsciente. En cualquier caso se podría decir que me vuelvo a sentir bastante inspirado y… ¿Quién va a poner freno a la inspiración?

Quirófano

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El terror es blanco, no negro. Eso pensaba el joven pues odiaba los hospitales.  El pasillo olía a legía y éter. Las luces del techo se sucedían una tras otra. Un celador empujaba la camilla y una enfermera lo acompañaba. Tenía la sensación de que lo llevaban al matadero. ¿Y si no despertaba? ¿Y si en la operación sale algo mal? Comenzó a marearse. Y eso que ya estaba acostado. Luego llegaron las nauseas y sintió las primeras arcadas. La camilla se detuvo - ¿Estás bien? - Le preguntó la enfermera - ¿No has comido nada, no?  El chico más pálido que nunca, miró a la mujer – No, solo tengo bilis en el estómago – Imaginó que era la doncella de un cuento de hadas, un pensamiento absurdo, pero cualquier cosa era mejor que darle vueltas a la operación. Llegaron al quirófano, con aquellos focos blancos. Le pusieron la vía y un gotero. Miró aquella bolsa conectada a su cuerpo a través de un cable. No temía la anestesia, al contrario, lo que no quería era despertar a mitad del proces

Frío

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Hoy he entrado por casualidad en una de mis antiguas entradas. He visto la introducción que solía poner o épilogos... dejémoslo en comentarios sin más jajaja Total, que he pensado en intentar recuperar esa tradición. A ver si me animo a ello.  Sé que últimamente mi frecuencia ha bajado, se debe principalmente a que mi inspiración para escribir también se ha reducido, pero... también es algo a lo que estoy intentando poner remedio, a ver si esto de los comentarios me sirve como acicate.  Ya os dejo con el relato corto, nos leemos :) Frío Era uno de esos inviernos bien fríos. Que convierte los charcos en hielo. En que uno se aferra al vaso de leche caliente del desayuno para calentarse las manos. Al chico le esperaba un buen trecho por delante. El colegio no estaba cerca. Con la mochila a la espalda y el paso presuroso hacía el camino de cada día, mientras su aliento se convertía en vaho. Pero un bien día de ese invierno conoció a alguien. A mitad camino había un perrit

A lomos de Silver

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El chico, a lomos de su bicicleta, pero esta vez no iba solo, sino con un amigo. Uno de esos que es un buenazo, aunque de bueno, quizá con no demasiadas luces. Iba a enseñarle un rincón secreto. Uno que ya había explorado en varias ocasiones. Unos árboles, las vías del tren… ¿Podía haber algo mejor? El amigo poco debía de haber salido, pues no se le ocurrió otra cosa que circular por la izquierda en plena travesía. Ganándose así los pitos de algunos coches - ¿Ves porqué no se va por la izquierda? Te vas a matar – Le sermoneó el chico, pero sonrió al pensar que seguro que había aprendido la lección, a veces no hay nada mejor que tener un susto para acordarse de algo para siempre. Llegaron al destino - ¡Qué! ¿Ponemos unas monedas en las vías? Cuando pase el tren quedarán más chafadas que un papel. Estaban en eso cuando un hombre cruzó en dirección a los chicos - ¡Eh! ¡Qué hacéis aquí! El buenazo se asustó y dio media vuelta para salir huyendo.  El chico le dijo - ¿Pero dó

Pasillo solitario

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Otra vez frío en el hospital. Solo los hospitales son capaces de producir ese frío glaciar en el cuerpo de uno.  Se sentía culpable. Siempre había sentido aprensión por la sangre, a la sangre cuando no duele. Como dice Stephen King: “ese olor dulzón y metálico” es una descripción perfecta.  Al menos lo había intentado con todas sus fuerzas, había estado allí y no solo para ayudar, que también, sino para ser testigo de aquel momento. Pero en cuando la sangre comenzó a fluir no tuvo más remedio que salir para no causar más problemas de los necesarios. Y así lo hizo, al menos calculó bien hasta donde podía llegar y salió por su propio pie. Ahora le carcomía la conciencia, en aquel solitario pasillo en el hospital. Hasta que llegó aquel lloro. Su cuerpo se tensó ¿Si? ¿No? ¿Por qué no vienen? ¿Es el suyo? Se abre la puerta, vienen a por él. Si, ha nacido su hija. 09/09/2018

Helado de fresa y nata

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No teníamos móvil, ni tablet, ni consolas. Nunca nos negábamos, cuando los padres nos decían de ir a algún sitio a pasar el domingo.  Nos hicimos exploradores. Seguir una acequia, un camino, un riachuelo, era un divertido entretenimiento.  Nos hicimos experimentadores de la naturaleza. Hormigas, lombrices, ranas, cangrejos...  Jugábamos con la arena, la tierra, el agua, la hierba, las ramas, los árboles. Y si además había un balón, una baraja de cartas o una cuerda; había entretenimiento para horas.  Estimulábamos la imaginación al máximo, era fácil crearse alrededor un mundo de fantasía y jugar a ser detectives, espías, polis o cacos, superhéroes... Y se aprovechaba todo lo comentado anteriormente. Un cómic era un tesoro. Tener paciencia para leer un buen libro, era cosa fácil. Admiramos las cosas con profundidad, atesorando los detalles. Quizá por eso, cuando después de unas cuantas horas jugando a nuestras cosas, había la suerte de que pasaba aquel señor al grito de “e

La isla

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Había perdido unos cuantos quilos, le había crecido la barba y se sentía débil. Desde que había llegado a la isla apenas había comido. Al menos había podido beber, pero el cuerpo necesita también de lo sólido. Observó una vez más aquello que tenía en la mano. Tenía entendido que los antiguos usaban las conchas como herramienta, pero era la substancia gelatinosa que albergaba lo que reclamaba toda su atención. Le proporcionaría las deseadas proteínas, pero su aspecto era sencillamente repugnante. Suspiró, estaba reuniendo todo su empeño. Miró a su alrededor y paró al que pasaba por su lado, cual fugaz meteoro – Oiga camarero ¿Acaso en Ibiza no tienen un poco de jugo de limón al menos? ¡Ah! Y tráigame algo para la resaca. 05/08/2018