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Mostrando entradas de diciembre, 2017

Navidad

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Era uno de los mejores días del año. El día en el que te daban los regalos y podías ver a los primos, a los tíos y a los abuelos. En toda la casa aquel delicioso olor. Y es que como el puchero de la yaya no había ninguno. Los mayores preparaban la mesa. Y los niños nos enseñábamos los regalos. Una vez jugamos a las carreras de coches, otra vez nos pusimos a examinar cosas en un microscópio… También había que hacerle un poco de caso al yayo, que el pobre padecía parálisis desde que sufrió años atrás una trombosis. Solo había que mirarle a los ojos para saber que comprendía lo que ocurría a su alrededor, aunque nosotros no siempre podíamos entender sus palabras. Tocaba la comida, abundante y riquísima, con las nueces y turrones de postre. Todo amenizado con la película de turno de regreso al futuro. Con charlas y aún más, pues faltaba las estrenas. No diré que no daban una buena alegría. Pero si que ahora sé, que eso es lo de menos. Cuanto extraño aquel día de navidad, con sus ri

Interjecciones artísticas

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- Ummm – Dijo con las manos en la espalda, mientras miraba el cuadro en la galería. Inmediatamente se acercó otro señor – Ajá… -  Una de sus manos fue a la barbilla, mientras asentía con la cabeza La tercera persona no tardó en acudir. Y como dice la frase: ya formaron multitud. - Uf – Exclamó impresionado. Ya casi toda la gente de la exposición se congregaba delante de la obra. Entonces hizo acto de presencia el pintor, que se acercó alarmado por lo que vio - ¡Eeeh! - Sacó un pañuelo que agitó en el aire. En ese momento, la cucaracha por fin salió del lienzo y correteó buscando refugio por otros lares. El bichito, por un momento había sido parte integrante de una obra de arte. 19/09/2017

El elefante rosa

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Stephen, era adicto a las drogas, al alcohol, al tabaco y también a las mujeres.  No ganaba lo suficiente para pagarse todos los vicios, así que tenía que dedicarse al trapicheo. Hoy, tenía un encargo. No se trataba de lo habitual, llevar un paquete del punto A al punto B. Lo de hoy era más… sucio. Dar un toque de advertencia a un tipo. “El toque” consistía en romperle un par de dedos. Allí en local El Elefante Rosa, en una de las mesas, lo localizó. Parecía estar escribiendo algo. Entonces lo entendió, le iba a dar donde más le dolía, en la herramienta con la que se ganaba la vida. Seguramente pudiese seguir escribiendo con sus otros ocho dedos, pero… va. A Stephen que más le daba, no le pagaban para pensar. Se acercó a aquel tipejo. Sin mediar palabra, con una mano le agarró del brazo, con la otra un par de sus dedos y tiró de ellos hacia arriba hasta que hicieron Chrracckk Am parrrtttirrr dhe ennttoncees ssskeguro quee ua noo porddria essscibir dan biennn. El imbieccin ham

Inventos

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Inventos Inc era la empresa de moda en casi todo el mundo. Te subscribías, pagabas una cuota, y cada mes sin falta, te mandaban algo por paquete postal ¿El qué? Ahí estaba la gracia, nunca sabías que te iban a mandar. Pero mal no se les debía de dar cuando la gente hablaba tan bien de esta empresa. Simplemente pasado unos días calificabas del uno al diez si te había gustado. Hoy llegó mi paquete. Como era habitual solo ponía el membrete de la empresa y mi dirección nada más. Sentí el cosquilleo en mis dedos. Lo llevé a la mesa del salón, lo sopesé, no me atreví a agitarlo por si estropeaba el interior. Tras un suspiro me decidí a abrirlo. Papel marrón aséptico, forma cuadrada. En el interior una caja cuadrada, claro era obvio. La cuestión es que... era como de plástico, no vi como abrir aquello ¿Ya está? ¿Esto era todo? ¿Un cubo de plástico cuadrado? ¿Y si que había alguna forma de abrirlo? Probé a apretar con los dedos, los laterales, las esquinas... nada. Me quedé mirando