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Mostrando entradas de enero, 2018

Esfuerzo

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El viento silbaba al contacto con los árboles y la roca, mientras gotas de sudor perlaban su frente. Su rostro estaba fruncido por el esfuerzo, pero por dentro estaba feliz. Una vez más lo estaba logrando. ¡Estaba alcanzando la cima! Había que ir con cuidado.  Mano, mano, pie, pie, mano, mano… Y la pesada carga a la espalda. Se respiraba tan bien aquí. Los logros, los retos. Se secó el sudor con la manga de la camisa, no podía permitirse que se le enturbiara la visión. Una piedra más, una roca más… Ya casi, ya casi… Había sido duro, pero estar tan cerca le despeja a uno la mente. ¿Qué es la vida sino superar cada  uno de los retos? Paró, necesitaba tomar aire. Primero aire, luego agua. Es lo que le pide el cuerpo. Dosificar las energías, sin prisa pero sin pausa. Hay que seguir, hay que seguir. Ahí adelante parece haber... ¿Se acaba? ¿Es el collado? A partir de ahí será pan comido. La carga, no se le olvida la carga, sigue el ascenso. Solo queda la parte final. Llega a

Tesoro

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El niño jugaba con la pequeña pala de plástico hasta que topó con algo duro. Supo de inmediato que no se trataba de una piedra, el sonido fue metálico. Intrigado, cavó en la tierra alrededor de aquel objeto. Intentó tirar de él, pero o era muy pesado o seguía muy enterrado. Finalmente cuando tres cuartas partes estaban al aire, se movió. Era una caja rectangular, plateada, como un pequeño cofre de unos treinta centímetros. Miró en dirección a la cocina ¿Debía de decírselo a mamá? Arrugó el ceño y decidió que no. Al fin y al cabo, los piratas cuando encuentran un tesoro ¿Se lo dicen a sus madres? Abrió una pestaña, la movió en una dirección… nada. La movió en la otra… “Dump” la tapa se abrió ligeramente. Sus dedos volaron a abrirla de par en par. Vaya, no había monedas de oro. Pero no estaba vacía. Había una cajita de madera y una nota escrita. El niño estaba aún aprendiendo a leer y la nota parecía complicada. Pero al ver lo que ponía al final, abrió los ojos como platos. Ag

Un día de furia

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Sucedió todo muy rápido. Con las prisas a la entrada de la boca del metro, un leve empujón producido por la masificación de gente y el poco espacio. Todos quieren pasar con rapidez para no perder el metro. - ¡Oye mira por donde andas! - Protestó la chica - Lo siento, las prisas… - respondió él con ganas de desaparecer de allí cuanto antes. - ¡Cabrón! - Ella no había tenido suficiente y necesitaba desfogarse - ¡¿Perdona?! - Se detiene el el seco y se encara a ella – El insulto sobra ¿Vale? Te puedo denunciar por eso… La chica tenía ganas de guerra – ¡¿Ah si?! ¿Y lo vas a hacer? No tienes cojones – Le espeta. Él se pone hecho una furia, sabe que pegar a parte de que está mal, sería un grave error. La agarra del brazo y se la lleva consigo. Unos metros más allá había visto un agente – Disculpe, quiero denunciarla me ha insultado. La chica se pone a llorar desconsolada – Me ha… me ha tocado una teta… Yo estaba tan tranquila y me toco… - dice entre pucheros. Él se pone b