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Mostrando entradas de junio, 2011

Descenso a los infiernos (III)

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Llegó cansada y sudorosa a la cabaña de su tío y se le congeló el alma al ver un caballo atado a uno de los postes del porche, un caballo que reconoció pues hacía escasos minutos que lo acababa de ver, el del joven con el que se había encontrado por el camino. Los últimos metros los hizo ya caminando y recuperando el aliento ¿Qué pretendía aquel hombre? ¿Que su tío la castigara? Una vez más apretó los puños, no tenía a donde ir, se metería en la cabaña con la intención de escabullirse y subir a la buhardilla, su pequeño escondite. Pero al entrar en su casa su tío y el joven caballero conversaban en el salón  - Katerina, ven aquí, preséntate al noble, es el dueño es estas tierras – le dijo su tío nada más entró sin darle opción a escaparse.  Cada vez más abochornada, y con la cabeza gacha se acercó – Me llamo katerina, mucho gusto, si me disculpan, llegó un poco sucia y necesito lavarme… - lo cual era cierto - Katerina – Habló ahora el caballero – Ya que es nueva en el lugar

El gran momento

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Es curioso que en características similares el frío con facilidad se apodera de tus huesos, aunque en esta ocasión es distinto, es un fin buscado, algo necesario y al mismo tiempo una nueva etapa en la vida. Uno ha visto esa escena muchas veces, está nervioso se mueve de un lado a otro… en este caso no me dejaron entrar, se iba a emplear instrumentos y el procedimiento indicaba que me tocaba estar fuera. Allí todo era mucho peor, no ver, no saber que pasaba dentro, había que contener a la mente para que no divagara por distintas catástrofes y posibilidades negativas. No quieres ver a nadie, que nadie te vea, cada enfermera, cada médico que por allí pasaba te lo quedabas mirando como si fueran a decirte algo, pero nada, había que seguir esperando. De pronto un sonido lejano ¿Es lo que creo que es? El corazón me da un vuelco, algo se alegra mi interior ¿Pero y si no es? Algo me dice que di que es, es los la cuarta o quinta vez que me levanto de la silla, aquel llanto… se pequeño llant

Descenso a los infiernos (II)

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Karina, que así se llamaba la muchacha se despertó con una ligera jaqueca, recordaba los hechos de la noche anterior como si de un sueño se tratara, pero la curiosidad hizo que con su camisón de raso blanco se acercara al pequeño aseo para mirarse en él. Sus ojos azules interrogativos y levemente asustados se miraron a ellos mismos para sin más demora buscar algún signo en el cuello, contuvo el aliento, no parecía haber nada, una leve sonrisa apareció en su rostro hasta que dio con dos leves marcas en su cuello, podían se de algún mosquito, algún chinche quizás, la casa de su tío no estaba muy bien cuidada… Una parte de ella trataba de convencerse que era algo casual, si, tenía que serlo, al fin y al cabo estaba bien, ya no se volvió a mirar en el espejo, se aseó con agua y se vistió para bajar de la buhardilla y saludar a su tío, le esperaba un largo día de limpieza. Y así fue toda la mañana, le dolía la espalda ya al medio día, estaba fastidiada por tener que vivir con s

El corazón por la boca

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Algo no marchaba bien, pero no desde hacía poco, desde hacía años, quizás venía siendo más consciente desde hace unos meses, pero plantear el problema no hacía más que chocáramos una y otra vez, en un círculo vicioso. Aunque los motivos perecían cambiar o al menos había más de uno, a veces uno se deja llevar, cierra los ojos, hace como que no pasa nada y tira para delante. Pero hace unos días decidí poner fin a la ceguera y plantear que las cosas no podían seguir así, la relación estuvo tan al borde del abismo que me vi más fuera que dentro, de pronto parecía que ella no quería arreglar las cosas, quizás por el temor de no repetir las mismas cosas una y otra vez. Jamás me vi capaz de dar tanto, pero desde la óptica de lo que hay en juego parecía algo natural y es que cuando ya se ven los 40 de cerca, comenzar de nuevo da mucho vértigo. La relación se había vuelto tan fría que era poco más que una amistad, al final, tras largas horas de incertidumbre y tristeza se comenzaron a dar un

Descenso a los infiernos

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El calor era insoportable, un camisón y su ropa interior era su única ropa, la chica no paraba de dar vueltas y vueltas en la cama, por la ventana de la buhardilla se escuchaba el sonido de los grillos con su monótona canción y la luna brillaba en todo su esplendor riéndose del calor de los humanos. Debido al ángulo de esta su luz se proyectaba en el interior de la habitación, la muchacha abrió los ojos a tiempo de ver como algo se interpuso en medio de esta luz por un momento, la chica se incorporó asustada. - No es nada, debió de ser una lechuza – No obstante se incorporó, descalza y titubeante se acercó a la ventana, comenzó a soplar una ligera brisa que mecía con suavidad la fina tela blanca que hacía de cortina, cuando llegó allí, no había nada - ¿Qué esperabas encontrar estas en la buhardilla? ¿A un gigante? Va, estúpida. Se dio media vuelta para regresar a la cama cuando de nuevo algo interrumpió la luz de la luna, esta vez se le heló la sangre, en la pared del fond

El primer beso

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Diablo y diablesa lo tenían todo preparado, era una encerrona, Blanca llama a Roland – Ven, ven aquí Roland con su andar distraído se acerca, le alegra que le llame la chica, a su edad y es la primera vez que una chica se fija en él o al menos que lo percibe de forma tan directa. - Mira ¿ves? No pasa nada se juntan los labios y ya está – Diablesa besa a diablo, su chico, de forma superficial – Ahora vosotros Roland se pone rojo como un tomate - ¡Va! – lo jalean, él levanta los hombros y mira a Blanca el corazón totalmente debocado nunca ha besado a una chica. Una vez más la chica toma la iniciativa se acerca y posa sus labios en los de él, le saben cálidos y extraños, es agradable aunque no vio miles de lucecitas de colores – Ya está ¿A que no pasa nada? – Le pregunta blanca, Roland sonríe y niega con la cabeza. Supongo que es cierto que siempre se recuerda el primer beso, aunque hayamos renacido tantas veces que no seamos nosotros mismos, aunque la memoria sea engañosa, ahí qu