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Amor

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El Amor, con la A en mayúscula, no es casualidad. ¿Qué somos? Cada uno de nosotros, el individuo encerrado en si mismo, me gusta pensar que somos polvo de estrellas, como dijo aquel inquieto hombre, realmente si lo somos, somos parte de un todo o así me gusta pensarlo. Estamos en un mismo barco que va a la deriva, somos unas historias cortas que pasan de persona en persona, de padres a hijos, entre amantes, entre amigos… Y siempre a vueltas con el Amor, con mayúscula, con la maravillosa sensación de tener a alguien pendiente de ti, con la sensación de compartir lo máximo, el tiempo, la vida… El Amor, tanto se ha escrito sobre él, algunos en su provecho, otros marcados o ahogados por él. El Amor, de una forma u otra, sin él para mi no tiene sentido la vida, pero ¿Y de las formas de Amar? A la pareja, a la familia, al amigo… del amor secreto, del amor prohibido, del amor eterno y del amor reconocido, del amor fraterno y del amor perdido… Amor…

Descenso a los infiernos (IX)

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El pequeño incidente quedó olvidado, nada volvió a perturbar la paz de la pareja que pasaron la noche amándose en los aposentos del conde. Al día siguiente por la tarde decidieron dar un nuevo paseo a caballo, la muchacha tenía necesitad de saber más y más de las posesiones de su anfitrión, todo iba con normalidad hasta que… Iban al trote, despacio, Nicolae primero y la dama lo seguí de cerca, algo impreciso, una sombra apareció de repente y derribo al caballero. - ¡Nicolae! – Karina bajó alterada y veloz del caballo para preocuparse por el estado de su amante, desgraciadamente este se había golpeado con una piedra y sangraba por la sien - ¡Nicolae responde! ¡Por favor! - Sus ojos ya se inundaban de lágrimas cuando la misma cosa la golpeó a ella, perdió el conocimiento. Cuando recuperó la conciencia se dio cuenta que estaba de pié contra el tronco de un árbol, pero no se podía mover, le dolía la espalda, y la cadera, no habían cuerdas, pero si cuerpo no le respondía, algo la rete

Descenso a los infiernos (VIII)

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Los amantes descansaron, abrazados sintiendo la respiración del otro, ninguno de los dos parecía atreverse a hablar, como si tan sólo un susurro pudiese romper la magia del momento. - Nicolae… - Dijo finalmente ella - ¿Tenéis… Hay alguien más en tu vida? – Para disimular su temor comenzó a jugar con el pelo de él. El hombre sonrió – Si… - hizo una pausa – Olaf, el mayordomo La chica a la que se le congeló la respiración la emprendió con pequeños golpes sobre el pecho del conde – Sois estúpido… - pero ambos rieron de forma jovial. … Se asearon en el frío agua del arrollo y volvieron al palacio, de forma más calmada en esta ocasión, hubieron sonrisas y miradas cómplices, Olaf les esperaba con el fuego encendido caldeando las estancias para la noche. Precisamente poco después del anochecer, mientras Nicolae y su invitada jugaban al ajedrez golpearon la puerta, este frunció el ceño pues no esperaba visitas, en pocos segundos se escucharon unos pasos que se aproximaban, un caballero

Descenso a los infiernos (VII)

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Comieron con el sonido del agua del riachuelo de fondo, era una comida ligera pero todo estaba apetitoso. Cuando ya habían dado buena cuenta de todo apoyó su cabeza en el hombro del conde que comenzó a pasar sus dedos por la larga cabellera de la muchacha. - Es extraño, tengo la sensación de que os conozco de algo o de cómo si os conociera de siembre. El conde encantado de tenerla así respondió – quien sabe, quizás fuimos parientes en otra vida – y añadió – a veces me siento muy sólo, como si fuera preso de mi palacio La profundidad de estas últimas palabras la hicieron estremecer, posó su mano en la rasposa mejilla de Nicolae y elevó la cabeza hasta que sus labios suaves como la brisa se posaron en los ardientes de él. Bastó ese pequeño gesto para que ella soltara un ligerísimo gemido que vibró en la sensible piel del hombre despertando su contenida pasión. En segundos la pareja rodaba por la hierba, sus bocas se necesitaban de forma ansiosa, se mordían, sus lenguas se mezclaban

Descenso a los infiernos (VI)

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Después de preparadas unas cestas bien atadas las cargaron en el caballo, para la dama sacó una yegua hermosísima, de color pardo. - ¿Os ayudo a montarla? – Preguntó el conde - Si, por favor – Dijo la muchacha – Y no vayáis tan rápido Pero nada más hacerlo esta espoleó su montura saliendo velozmente camino arriba, el conde que en un primer momento se quedó sorprendido rompió a reír entendiendo que la muchacha le había tomado el pelo. Negó con la cabeza y subió a su caballo en persecución de la dama que lo hacía realmente bien, este no le dio alcance hasta que esta bajó la marcha - ¿Dónde habéis aprendido a montar? - En París, mis tíos trabajaban en un casa cuidando caballos, desde pequeña me dejaban montar alguno de vez en cuando – Dijo orgullosa Ahora el caballero guió la marcha a paso normal, los caballos agradecerían también el pequeño descanso, finalmente llegaron junto a un arrollo de cristalina agua, un paraje muy bonito y verde, descabalgó y ató al animal a un árbol -

Refresco de limón

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El otro día recordé el sabor de un refresco de limón muy frío y la máquina del tiempo me transportó años atrás. Siempre era uno de los mejores día del año, las fiestas patronales de mi pequeña ciudad, ya desde la mañana había que vestirse con “ropa de domingo” aún me río cuando me veo en fotos. Dos procesiones, la primera por la mañana, a la que iba a mirar como comenzaba hasta que no aguantaba más y me entraba el ansia de irme a los recreativos, el pequeño vicio que tenía yo entonces, tanto era así que algún año me perdí hasta los fueros artificiales del final, el gran momento, el que me ponía y a veces aún lo consigue ponerme los pelos de punta. Luego la comida, pollo asado, Dios que bueno, luego un ratito de descanso y a prepararse para la segunda procesión, mi padre era una de las personas que levaban a la virgen durante un tramo, había que ir con mi madre al lugar de inicio, un lugar donde se apelotonaba bastante gente ya que era bonito ver los bailes desde allí. Recuerdo un a

Descenso a los infiernos (V)

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Su cuerpo ya era pálido de normal, pero sus brazos se volvieron más blancos aún con la presión que ejercía al abrazar a aquel hombre, se sentía bien así, le daba seguridad, era fuerte y tenía el vientre duro y bien formado, no aflojó sus brazos hasta sentir que iban al trote. Entonces salió su naturaleza salvaje - ¡¿Era necesario ir tan rápido?! Me habéis asustado y ahora me tendré que hacer de nuevo el pelo – dijo enfurruñada El hombre sonrió, bajó del caballo y le tendió la mano – Lo siento, trataré de compensaros - la muchacha lo miró aún enojada pero aceptó su mano para bajar, estaban delante del castillo, de ese al que se dirigía el otro día, la verdad es que estaba muy bien cuidado. - Creo que aún no me he presentado, soy el conde Nicolae Craciun – Katerina lo miró con desconfianza ¿Se suponía que tenía que hacer alguna clase de reverencia? ¡Ja! Pues que esperara de pie, se llevó las manos al pelo para hacerse una cola como pudo - ¿Querías conocer el castillo? Venid, os lo

De menciones y dedicatorias

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Anoche me premió mi chikitina de los blogs “Cris*” que ya me explicarás si lo del asterisco es un besito o que es jajajaj Bueno, ha sido una sorpresa y un honor enorme encontrarme mencionado, ¡Ya formo parte de su blog! Yupiiiiii jajajajaj Te aprecio mucho guapa. Reglas: 1: Dejar un comentario en la entrada donde te dan el premio. 2: Responder las preguntas. A) ¿Por qué te creaste un blog? Pues… la bichita que me ha premiado tiene gran parte de culpa jeje Me gustaba escribir, eso ya lo traía puesto de otros lares pero nunca me había decidido a crear un blog, por un lado contar experiencias personales desde el “economato” xD y por otro compartir mis historias ficticias con la gente tan maja que hay por aquí. B)   "Hay dos tipos de personas: los que están pensando en dejar su blog y los que están pensando en hacerse uno"   ¿Qué piensas de esa frase? Bueno, de todo hay en las viñas del señor, cada uno que piense lo que quiera jajaja C) ¿Cuánto tiempo tienes en Blogger? Un

Descenso a los infiernos (IV)

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Despertó nerviosa, en su mente sólo una cosa, hoy venía el noble, solo de pensarlo le hacía sentir su corazón acelerado,  se levantó de un salto y cruzó cuadro palabras con su padre y cogió un cubo para llenarlo en la fuerte. Con los pies descalzos pues le encantaba la sensación de pisar la hierba apresuró el paso, el agua estaba helada a estas horas, bebió un poco de ella y a la vuelta vio un corcel negro que galopaba hacia la casa, si no se daba prisa llegaría antes que ella y aún no se había cambiado. Entró en la casa casi con sólo medio contenido del cubo pues se había salido el resto por la carrera cuando llegó el caballo, seguro que la vio entrar pero al noche no le dio tiempo ni a cruzar media palabra con ella. Llegó de nuevo a su habitación con su pecho hinchándose y deshinchándose con rapidez, al menos tenía agua para asearse, tras lavarse un poco se puso su mejor vestido, un poco viejo y desgastado, pero algo decente con lo que presentarse y una vez estuvo todo listo bajó

Una historia del pasado

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Era una noche muy señalada, una en la que la gente sale a divertirse y pasarlo bien, desde el primer momento me encontraba un poco ido, como si mi cabeza tratara de escapar de mi cuerpo, estaba espeso y todo era un poco borroso. Sin hacer mucho caso a esto la noche avanzó, habían algunas risas, trataba de pasarlo bien, era lo que tocaba, luego me entró un nudo en el estómago, no es la primera vez que me pasa antes de que suceda algo malo y eso que no creo en supercherías, esto si lo dije en voz alta de eso me acuerdo perfectamente. Más tarde vino el enfado, uno de esos tontos que tengo, bueno, hace años, cuando esto ocurrió los tenía con más frecuencia, más incontrolables, por suerte la edad le ayuda a mejorar uno. Ella salió a hablar con un amigo y yo me enfadé porque no me avisó, menuda estupidez por mi parte. Dejó de hablarme, comencé a sentirme mucho peor, la noche se torció de forma irremediable y aún no lo sabía pero para siempre. Sonaron unas canciones románticas, de esas

Descenso a los infiernos (III)

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Llegó cansada y sudorosa a la cabaña de su tío y se le congeló el alma al ver un caballo atado a uno de los postes del porche, un caballo que reconoció pues hacía escasos minutos que lo acababa de ver, el del joven con el que se había encontrado por el camino. Los últimos metros los hizo ya caminando y recuperando el aliento ¿Qué pretendía aquel hombre? ¿Que su tío la castigara? Una vez más apretó los puños, no tenía a donde ir, se metería en la cabaña con la intención de escabullirse y subir a la buhardilla, su pequeño escondite. Pero al entrar en su casa su tío y el joven caballero conversaban en el salón  - Katerina, ven aquí, preséntate al noble, es el dueño es estas tierras – le dijo su tío nada más entró sin darle opción a escaparse.  Cada vez más abochornada, y con la cabeza gacha se acercó – Me llamo katerina, mucho gusto, si me disculpan, llegó un poco sucia y necesito lavarme… - lo cual era cierto - Katerina – Habló ahora el caballero – Ya que es nueva en el lugar

El gran momento

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Es curioso que en características similares el frío con facilidad se apodera de tus huesos, aunque en esta ocasión es distinto, es un fin buscado, algo necesario y al mismo tiempo una nueva etapa en la vida. Uno ha visto esa escena muchas veces, está nervioso se mueve de un lado a otro… en este caso no me dejaron entrar, se iba a emplear instrumentos y el procedimiento indicaba que me tocaba estar fuera. Allí todo era mucho peor, no ver, no saber que pasaba dentro, había que contener a la mente para que no divagara por distintas catástrofes y posibilidades negativas. No quieres ver a nadie, que nadie te vea, cada enfermera, cada médico que por allí pasaba te lo quedabas mirando como si fueran a decirte algo, pero nada, había que seguir esperando. De pronto un sonido lejano ¿Es lo que creo que es? El corazón me da un vuelco, algo se alegra mi interior ¿Pero y si no es? Algo me dice que di que es, es los la cuarta o quinta vez que me levanto de la silla, aquel llanto… se pequeño llant

Descenso a los infiernos (II)

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Karina, que así se llamaba la muchacha se despertó con una ligera jaqueca, recordaba los hechos de la noche anterior como si de un sueño se tratara, pero la curiosidad hizo que con su camisón de raso blanco se acercara al pequeño aseo para mirarse en él. Sus ojos azules interrogativos y levemente asustados se miraron a ellos mismos para sin más demora buscar algún signo en el cuello, contuvo el aliento, no parecía haber nada, una leve sonrisa apareció en su rostro hasta que dio con dos leves marcas en su cuello, podían se de algún mosquito, algún chinche quizás, la casa de su tío no estaba muy bien cuidada… Una parte de ella trataba de convencerse que era algo casual, si, tenía que serlo, al fin y al cabo estaba bien, ya no se volvió a mirar en el espejo, se aseó con agua y se vistió para bajar de la buhardilla y saludar a su tío, le esperaba un largo día de limpieza. Y así fue toda la mañana, le dolía la espalda ya al medio día, estaba fastidiada por tener que vivir con s

El corazón por la boca

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Algo no marchaba bien, pero no desde hacía poco, desde hacía años, quizás venía siendo más consciente desde hace unos meses, pero plantear el problema no hacía más que chocáramos una y otra vez, en un círculo vicioso. Aunque los motivos perecían cambiar o al menos había más de uno, a veces uno se deja llevar, cierra los ojos, hace como que no pasa nada y tira para delante. Pero hace unos días decidí poner fin a la ceguera y plantear que las cosas no podían seguir así, la relación estuvo tan al borde del abismo que me vi más fuera que dentro, de pronto parecía que ella no quería arreglar las cosas, quizás por el temor de no repetir las mismas cosas una y otra vez. Jamás me vi capaz de dar tanto, pero desde la óptica de lo que hay en juego parecía algo natural y es que cuando ya se ven los 40 de cerca, comenzar de nuevo da mucho vértigo. La relación se había vuelto tan fría que era poco más que una amistad, al final, tras largas horas de incertidumbre y tristeza se comenzaron a dar un

Descenso a los infiernos

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El calor era insoportable, un camisón y su ropa interior era su única ropa, la chica no paraba de dar vueltas y vueltas en la cama, por la ventana de la buhardilla se escuchaba el sonido de los grillos con su monótona canción y la luna brillaba en todo su esplendor riéndose del calor de los humanos. Debido al ángulo de esta su luz se proyectaba en el interior de la habitación, la muchacha abrió los ojos a tiempo de ver como algo se interpuso en medio de esta luz por un momento, la chica se incorporó asustada. - No es nada, debió de ser una lechuza – No obstante se incorporó, descalza y titubeante se acercó a la ventana, comenzó a soplar una ligera brisa que mecía con suavidad la fina tela blanca que hacía de cortina, cuando llegó allí, no había nada - ¿Qué esperabas encontrar estas en la buhardilla? ¿A un gigante? Va, estúpida. Se dio media vuelta para regresar a la cama cuando de nuevo algo interrumpió la luz de la luna, esta vez se le heló la sangre, en la pared del fond

El primer beso

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Diablo y diablesa lo tenían todo preparado, era una encerrona, Blanca llama a Roland – Ven, ven aquí Roland con su andar distraído se acerca, le alegra que le llame la chica, a su edad y es la primera vez que una chica se fija en él o al menos que lo percibe de forma tan directa. - Mira ¿ves? No pasa nada se juntan los labios y ya está – Diablesa besa a diablo, su chico, de forma superficial – Ahora vosotros Roland se pone rojo como un tomate - ¡Va! – lo jalean, él levanta los hombros y mira a Blanca el corazón totalmente debocado nunca ha besado a una chica. Una vez más la chica toma la iniciativa se acerca y posa sus labios en los de él, le saben cálidos y extraños, es agradable aunque no vio miles de lucecitas de colores – Ya está ¿A que no pasa nada? – Le pregunta blanca, Roland sonríe y niega con la cabeza. Supongo que es cierto que siempre se recuerda el primer beso, aunque hayamos renacido tantas veces que no seamos nosotros mismos, aunque la memoria sea engañosa, ahí qu