Seguimos con los sueños ¿Casualidad?

La dama de los sueños Leila no dormía, nunca, de esto deduciréis que no hablo de una humana. En realidad Leila se alimentaba de los sueños de los demás. Siempre hay gente durmiendo por lo que Leila siempre tenía trabajo, se alimentaba de los sueños y a su vez los dirigía, los guiaba. Ella los veía todos. Había aterradoras pesadillas o increíbles historias de amor. Sueños inocentes de niños, sueños atormentados de adultos. Pero no había sueño que fuese inútil. Leila tejía y tejía, se metía en los recuerdos de las personas, usaba los elementos que allí habían. Hasta sacar los deseos más profundos, los temores más viscerales. Y lo unía todo hasta crear una historia que sirviese a su dueño y a su vez alimentara el alma de la dama de los sueños. Pero un día se encontró con un sueño que le llegó más hondo. Un sueño tan cristalino y puro que reclamó su atención. Una historia de amor de un joven con una mujer que no era de este mundo. Un sueño de entrega total y sin condiciones, ...