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Mostrando entradas de 2024

Con el agua al cuello

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He estado ausente del blog unas semanas. Primero por saturación personal, luego por alguna de mis aventuras y finalmente por la dana. Y es que… mi localidad ha sido una de las más afectadas. No entraré en temas políticos, que podría, pero no es mi estilo y prefiero evitarlo. Prefiero abordar el tema desde un lado más humano, y con eso ya lo digo todo. Por suerte o por desgracia la inundación me pilló fuera. Y es que ver las cosas a distancia, a tus seres queridos y las pérdidas materiales, estar tan lejos, tampoco aporta tranquilidad precisamente. Luego el periplo para lograr volver con todo cortado por tren y carretera. Y con una empresas de transporte que alardean de buenas, pero que ofrecen un servicio inversamente proporcional a su falta de empatía. Llegar y encontrarse el panorama. Meterse dentro de la zona cero no es lo mismo que verlo o que imaginarlo. Y no. No me quejo, porque antes de hacerlo me acuerdo de los que están peor, de los que han perdido más. El ambiente, los ánimos...

El albergue perfecto

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  Un albergue que acoja a los cansados peregrinos, no es cosa baladí, ha de cumplir una serie de requisitos, unas leyes y máximas no escritas, a saber: 1) Comencemos por un clásico. Todo albergue necesita de un huésped roncador, y no uno cualquiera, se precisa que se quede dormido nada más tocar la cama. Puntúa el doble si es el último en despertar. 2) Cuantos menos aseos mejor. El ratio huésped / inodoro más bajo posible, y si hay algún elemento de la ducha roto, más puntos. Nada de comodidades, qué nos hemos creído. 3) Las literas. Mejor cuanto más incómodas. Las metálicas viejunas dan diez puntos en este apartado. Peldaños pequeños y metálicos para que se claven en los pies al subir y ruido al apenas moverse, bien los merecen. 4) El colchón. Bien, aquí tenemos dos opciones. O los de plástico que hacen sudar a mares y que hará que paguen lo que haga falta por unas sábanas. O bien el viejo hundido y desnivelado, todo un clásico. 5) No se puede olvidar que un albergue de diez, nece...

Tras el recodo del camino

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Últimamente estoy muy focalizado en la aventura y el senderismo. Cuando algo te apasiona le echas horas, más allá del tiempo mismo que requiere la actividad: Buscar que rutas se ajustan más a lo que estoy buscando, estudiar los mapas, buscar combinaciones de trenes y horarios para mi próximo gran reto, leer artículos del tema… Un no parar, que hace que mi experiencia sea más plena.  No sé lo que durará mi pasión, mi experiencia me dice que todo tiene un límite. Es más, en el fondo es una lucha contra el tiempo. Ver como puedo ir mejorando, con el poco tiempo libre del que dispongo, antes de que la edad me alcance. Parafraseando al señor de los anillos: “Quería... volver a ver la Montaña Solitaria... Pero la edad al parecer ha hecho presa de mí.” De hecho ya hay cosas (grandes retos) que me gustarían y sé que ya no voy a poder hacer. Pero… no hay que recrearse en ello. Solo llevaría a la tristeza y al abatimiento. Encauzar los pensamientos es otra cosa que he aprendido con la edad. ...

Los ochenta

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  En un momento del tiempo mi juguete favorito fue un deportivo de color naranja. El que más corría de todos. Descapotable y con las puertas que se podían abrir. Claro, en aquella época no a todos los cochecitos (metálicos, nada de plástico) se les podía abrir las puertas.  Me gustaba hacer una rampa con la tapa de una caja de fichas de dominó, y uno por uno, ir lanzándolos para ver cual llegaba más lejos. Luego, hacían un viaje todos juntos siguiendo el rodapié derecho y a lo largo de todo el piso. Creo que nunca llegaron a completar una vuelta entera, en algún momento debía de pasar a otra cosa y más tarde mi madre me reñía por dejar los cochecitos tirados por ahí. En una ocasión, en la terraza, pintamos con tiza un circuito en el suelo, más riñas. Jajaja A las canicas, dardos, construir un pinball con un tablero de madera, clavos y gomas, construir un tirachinas… Por no hablar de los cómics. Los fines de semana, mi padre volvía de comprar el periódico y nos daba un par de l...

Extremos

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  En situaciones de estrés extremo lo mejor que te puede pasar es… que te de igual todo. Bueno, matizo: Primero que me refiero al estrés laboral, a las prisas a sentirse desbordado. No al estrés de cuando te puede comer un león. Y segundo a que realmente no es que te de igual del todo, no me refiero a pasotismo, y a no hacer nada. Me refiero a lo de… “Vale, voy a hacer lo que esté en mi mano, y hasta donde no alcance... no me he de preocupar, al fin y al cabo he hecho lo correcto y lo posible” Lo malo es que no siempre funciona, a veces, uno se lo repite una y otra vez, y el mensaje no cala en nuestro “yo” más interno. Pero es más fácil que cale cuando por desgracia nuestra salud comienza a peligrar, es cuando nos damos cuanta de que… mi salud es más importante que el trabajo. Salud solo tenemos una, trabajos hay muchos, y si no… siempre nos queda pedir limosna. Pero con tenacidad y actitud, dudo que lleguemos a ese extremo. 09/02/2024

Otro ladrillo en el muro

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  El estrés es una señal que manda el cerebro al estilo de “estás en peligro”. Una señal necesaria para nuestra supervivencia. Antiguamente era mucho más común estar en peligro. Animales salvajes, enemigos de la tribu, clima extremo, entre otros. Aún nos podemos ver en situaciones de peligro, por lo que sigue siendo un instinto necesario. Pero la mayoría de las veces, se dispara ese mensaje cuando no hay un peligro real para nuestra integridad. Demasiado trabajo, los atascos, preocupaciones del día a día… Suelen decir que un poco de estrés es bueno, nos va vidilla, pero mucho estrés es malo para la salud. Puede provocar enfermedades cardíacas, diabetes... por no hablar de los efectos a nivel psicológico.  La solución no siempre es fácil, pero sí que es necesaria. Cambiar los hábitos, cambiar el enfoque de los problemas o buscar ayuda profesional. Hay muchas cosas que no están bien en esta sociedad y creo que esto es una de esas cosas. Acumular, consumir, ser productivos… Todo ...

Toxicidad

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No me gusta el término “persona tóxica”, salvo que haya recibido una dosis elevada de rayos gamma… (perdonad el humor negro) … no considero que haya personas tóxicas. Son personas nerviosas, o con baja autoestima, o con ego demasiado elevado, o manipuladoras, algunas las hay hasta malas, otras simplemente no encajan con nosotros. Pero todas, o la mayoría al menos, tienen la posibilidad y el derecho de mejorar su actitud, ya sea por su propia cuenta o con la ayuda de un profesional. Eso no quiere decir que nos convenga tener a una de esas personas de continuo a nuestro lado. Lo primero es darse cuenta, lo segundo comunicar nuestra desazón, lo tercero, ser asertivo. Os voy a contar una peregri-historia. Caminaba con un peregri-amigo, una de esas personas de las que hay que quitarse el sombrero, ya contaré esa historia en otra ocasión. Cuando escucho a mi espalda “Usas los bastones mal, parece que vas esquiando”. Así de primeras, sin un “buenas, qué tal”. Esta persona, se coloca a mi lado...

Perseguir un sueño

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  Que importante es la autoestima. Y para la importancia que tiene, que poco se enseña. Sí, ya sé que es trabajo de los padres. Pero no todos los niños tienen la suerte de tener unos padres con dos dedos de frente. Lo he visto. El otro día escuché a una psicóloga hablar de que todos tenemos potencial en algo. Lo que pasa es que ese “algo” no siempre está comprendido en el temario de una asignatura. Todos tenemos la posibilidad de brillar. Aunque a veces la sociedad nos empuja a unos cánones, a unos temarios encorsetados de los que no se puede salir. Eso explica como sabios y genios del pasado llegaron a sacar muy malas notas. ¿Qué hubiera pasado si les hubiera faltado ese empujón para llegar a ser lo que fueron? En definitiva… perseguir sus sueños. Que no, que perseguir un sueño no es eso de “conseguirás lo que te propongas” no hay cosa más falsa y que causa más frustración hoy en día. Perseguir tu sueño es simplemente tratar de hacer lo que te hace feliz. Escucha tu cuerpo, escuch...

Anestesia

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  Una operación nunca es plato de buen gusto. Cuanto la cosa implica anestesia general, siempre está ese “y si…” No hay operación exenta de riesgos, nunca entenderé a los que se operan alegremente y de manera frecuente para modificarse; como quien se cambia el avatar en un videojuego. Entiendo que hay casos y casos, pero cuando la cosa es simplemente por una baja autoestima… lo mejor sería trabajar la psique. Bueno, voy con la historia: El caso es que se encontraba en una habitación con más gente, cada uno en una camilla y todos mayores que él. La enfermera iba de aquí para allá poniendo vías y goteros. Y él… él estaba quedando para el final. Había un hombre que le cayó bien de inmediato, que intentó entablar conversación con los demás. Y es que la mayoría se encontraba con nervios, por lo que estaba por ven ir. - El médico me dijo que me operaban de “la triple”. La columna, la rodilla y… y… ya no me acuerdo, je, je, je, ya llevo varias operaciones en  pocos años… ¿Y a ti de q...

Algo extraño

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Era un caluroso día de Julio, unos se preparaban para ir a la playa, otros al trabajo antes de que llegaran sus merecidas vacaciones. Pero en el ambiente había algo extraño. Una sensación de que algo iba mal. Fue un niño el primero en darse cuenta – Mamá… ¿Dónde se han ido las sombras? - La mujer que tiraba ligeramente de la manos de su hijo para llevarlo al colegio, no le hizo caso. Pero el mendigo que estaba a la puerta del supermercado sí reparó en lo que dijo el pequeño. Levantó la mirada al cielo, y pudo comprobar que no estaba nublado, se veía el sol con claridad. Pero en cambio, no había sombras. - ¡Oh… fatalidad! ¡Es el fin del mundo! ¡El fin del mundo! - Comenzó a gritar. Un hombre con traje y corbata lo miró con desprecio y levantó la mano para pedir un taxi. Miró al suelo y comprobó que faltaba su sombra. Pero no solo eso, su mano poco a poco se estaba volviendo transparente, las casas, los vehículos. Todo parecía de cristal. Y en unos pocos segundos, donde estuvo el planeta...

Un buzón de los ochenta.

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  El mundo parecía transcurrir de forma más lenta. Cuando uno quería hablar con un amigo, iba a su casa. Igual hasta tocaba negociar con su madre por el telefonillo, para que lo dejara bajar. Tener una pelota era suficiente para hacer amigos, y si tenías un balón de reglamento, eras el rey. Si, a veces éramos un poco brutos y no todo era perfecto. ¿Quién de aquella época no ha vuelto algún día a casa con las rodillas ensangrentadas? Pero aprendías a socializar con los demás. Te daba el sol, el aire y hacías ejercicio sin necesidad de apuntarte a un gimnasio. Pero lo mejor… lo mejor era abrir el buzón de casa. Podías recibir la revista a la que estabas inscrito, un catálogo de discos y videojuegos, o una carta de un amigo por correspondencia.  En unas pocas páginas, alguien te contaba como le iba la vida, sus inquietudes y se interesaba por las tuyas.  Uno se afanada en responder rápido, pues en ese momento, se ponía en marcha la cuenta atrás para recibir respuesta; cosa q...

A la vuelta de la esquina

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  Basta con salirse del camino normal, para descubrir cosas nuevas. Y esto que parece una perogrullada, me resulta más fascinante de lo que parece. Cuando era un chaval, era uña y carne con mi bici. Me encantaba explorar, conocía casi todas las calles y los lugares cercanos, mi mundo se iba agrandando poco a poco. Luego… cambias, parece que descubrir cosas nuevas ha de significar irse a países lejanos, cuanto más lejos mejor. Hay que ver las 7 maravillas, y hacer check en cada una de ellas. Es… como tristemente se ha convertido casi todo hoy en día, una competición. Pero mi afición a caminar, me está haciendo volver a descubrir cosas nuevas y… a la vuelta de la esquina. Cascadas impresionantes a menos de una hora en coche, lugares que unen mar y montaña, parque naturales con fauna digna de un documental… Vuelvo a sentirme como ese chaval en bici. Vuelvo a lugares que no veía desde que iba con mis padres (no teníamos mucho, pero con mi padre era un no parar). A ir un poco más lejos ...

Primer amor

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  Juan salió del nido de repente al irse de Erasmus, a Oslo. Cambiar totalmente de ambiente le hizo bien. Pero, oh juventud divino tesoro; apareció el amor y le pilló totalmente desprevenido.  Ella, rubia de ojos azules. Él, pelo negro y de tez bronceada. Se veían exóticos mutuamente. Y a pesar de los escollo del idioma, congeniaron perfectamente. Los meses transcurrieron en una nube, un sueño que iba consumiendo las hojas del calendario con voraz apetito; y acercaban la relación, a un destino incierto. Aunque se podía respirar esa tensión agónica, evitaron hablar de ello hasta la última semana. Que si la distancia, que si son muchos kilómetros, que no tenemos dinero para viajar… Al final, y con todo el dolor del mundo, no hubo más remedio que cerrar la relación. Pocas cosas saben más amargas como aquel último beso en el aeropuerto. Ella con lágrimas en los ojos, él con un frío glaciar en su corazón. Y los años pasaron. Ahora Juan tiene cuarenta, está casado, y cosas del desti...

Aventura o temeridad

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  Viajar en los años ochenta, era una aventura. Me refiero a aquello de subirse al coche y conducir cientos de kilómetro por el país. Con un Seat 850 Especial. Con el motor en la parte de atrás, en verano, sin aire acondicionado y cargados de trastos… Más que una aventura, era un sufrimiento. Las carreteras distaban mucho de ser tan seguras y tan amplias como ahora. En la mayoría de ellas podías adelantar. Y con suerte había un carril intermedio, que era más peligroso que otra cosa. Sin airbags ni cinturones de seguridad. Aún se me encoje el corazón al pensarlo. Por supuesto, sin móviles, tablets, ni siquiera radio. Que o jugabas al veo veo o tratabas de echar una cabezadita. Era lo que había. El destino… para algunos la playa, para otros visitar a unos familiares lejanos, los monumentos de una ciudad… Al menos, no solía haber problemas para aparcar. Creo recordar que mi padre llegó a aparcar en el mismo casco antiguo de Toledo. ¡Y se quejó porque le costó un poco! Lo mejor… estar ...

Puente al pasado

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  Le llegó un mensaje a través de una red social. Resulta que hacía veinticinco años que había terminado la educación primaria. Y los antiguos compañeros alumnos, junto con la dirección del colegio, estaban organizando una cena conmemorativa. De forma automática su mente fue a aquellos años. Burlas, menosprecio, castigos físicos y psicológicos... Unos años que minaron su personalidad profundamente y la transformó. Mucho esfuerzo le había costado enderezar aquellos surcos. Tener la personalidad que realmente quería tener.  Fueron unos años en los que sí, hubo aprendizaje, pero no, no tuvo una buena educación. Y allí estaba, leyendo aquel mensaje. No le había ido mal en la vida, pero justo en ese momento estaba pasando un mal momento. Tanto en lo sentimental como en lo laboral.  Le preguntarían, se imaginó teniendo que dar explicaciones, siendo juzgado. Las miradas de condescendencia de otros que habían tenido más éxito. Ya había vivido eso en la infancia; niños de papá con...

Trauma

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  Uno de mis mayores temores, es no tener el control. Desde un vuelo en avión, a una operación quirúrgica. Tu vida está en manos de otros. Es un miedo contra el que lucho, y hasta ahora, a duras penas venzo.  Hay gente que tiene problemas en delegar responsabilidades. No es algo demasiado distinto. No somos el todo, solo la suma de las partes. Pero desde las profundidades de nuestro cerebro… cuesta verlo, asumirlo, aceptarlo. Pero hay niveles y niveles. Cuando te enfrentas a un trauma grande, ver las cosas con perspectiva, llega solo. Es en esos momentos, en los que con mayor claridad se puede ver… qué es realmente lo importante. El cerebro se encarga solito de eliminar toda esa paja que en el día a día parece estar mezclada con el grano. Es lo de siempre, estamos aquí de paso. “La vida es sueño” Y solo podemos hacer, lo único que podemos hacer, es que, dure lo que dure nuestro sueño… vivirlo. “Y los sueños, sueños son” 02/07/2023

Equilibrio

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Cuando algo te quema demasiado, no es posible escribir sobre ello. Al menos eso es lo que a mi me pasa. Quizá por eso se inventó la poesía. No hay mejor forma de expresar los sentimientos, sin desvelar lo que hay detrás. Parafraseando a El Señor de los Anillos, a veces simplemente “No me salen las palabras. Para mí el dolor es reciente.”  A veces hay puntos de inflexión en los que la mente nos traiciona. Nos obsesionamos con algo, aunque no queramos. Ese nudo crece dentro y lo va consumiendo todo. No, a veces no es sencillo. Es entonces cuando tenemos que hacer acopio de todas nuestras fuerzas, especialmente de la fuerza de voluntad. A veces solo se puede esperar y aguantar. Como cuando un equilibrista está en el aire, y el público contiene el aliento, parece que te vas a asfixiar. Y de pronto, el nudo se suelta. Las manos del equilibrista logran asirse con seguridad. El salto ha concluido. Todo se resuelve y uno respira aliviado. 04/06/2023