Un buzón de los ochenta.
El mundo parecía transcurrir de forma más lenta. Cuando uno quería hablar con un amigo, iba a su casa. Igual hasta tocaba negociar con su madre por el telefonillo, para que lo dejara bajar.
Tener una pelota era suficiente para hacer amigos, y si tenías un balón de reglamento, eras el rey.
Si, a veces éramos un poco brutos y no todo era perfecto. ¿Quién de aquella época no ha vuelto algún día a casa con las rodillas ensangrentadas? Pero aprendías a socializar con los demás. Te daba el sol, el aire y hacías ejercicio sin necesidad de apuntarte a un gimnasio.
Pero lo mejor… lo mejor era abrir el buzón de casa. Podías recibir la revista a la que estabas inscrito, un catálogo de discos y videojuegos, o una carta de un amigo por correspondencia.
En unas pocas páginas, alguien te contaba como le iba la vida, sus inquietudes y se interesaba por las tuyas.
Uno se afanada en responder rápido, pues en ese momento, se ponía en marcha la cuenta atrás para recibir respuesta; cosa que podía tardar perfectamente una semana o más. Pero eso, lejos de resultar aburrido, lo hacía más especial.
Abrir el buzón nunca volvió a ser lo mismo. Las calles, ahora vacías de niños, tampoco. Llegaron la inmediatez y las pantallas. Es evidente que eso trajo ventajas. Pero perdimos el sabor de las cosas que se cuecen a fuego lento.
27/10/2023
Tal cual querido Jorge Roland!
ResponderEliminarAbrazote desde 🇨🇦
Gracias Natalia, otro abrazote para ti.
EliminarAsí es Roland
ResponderEliminarYo también era de recibir correspondencia y por ello siempre terminaba teniendo amistad con todos los carteros y carteras. Siempre terminaban llamándome para entregarme las cartas en persona . Pero eso fue después pq cuando era estudiante eso de abrir el buzón después del Cole y encontrar cartas para ti era lo mejor del día
Saludos!!!
Hola Nieves
EliminarCuantas cosas genuinas pasaron en los ochenta.
Saludos.