Descenso a los infiernos


El calor era insoportable, un camisón y su ropa interior era su única ropa, la chica no paraba de dar vueltas y vueltas en la cama, por la ventana de la buhardilla se escuchaba el sonido de los grillos con su monótona canción y la luna brillaba en todo su esplendor riéndose del calor de los humanos.
Debido al ángulo de esta su luz se proyectaba en el interior de la habitación, la muchacha abrió los ojos a tiempo de ver como algo se interpuso en medio de esta luz por un momento, la chica se incorporó asustada.

- No es nada, debió de ser una lechuza – No obstante se incorporó, descalza y titubeante se acercó a la ventana, comenzó a soplar una ligera brisa que mecía con suavidad la fina tela blanca que hacía de cortina, cuando llegó allí, no había nada - ¿Qué esperabas encontrar estas en la buhardilla? ¿A un gigante? Va, estúpida.

Se dio media vuelta para regresar a la cama cuando de nuevo algo interrumpió la luz de la luna, esta vez se le heló la sangre, en la pared del fondo una sombra humanoide y no era la suya, era de algo más grande, pero esto no fue lo único que ocurrió, notó como un calor interno se propagaba desde su vientre hasta el resto de su cuerpo, produciéndole una excitación fuera de control.

- ¿Quién eres? – Preguntó asustada e incapaz de moverse, solo hubo una risa macabra por respuesta, la madera del suelo justo detrás de ella crujió, se le erizó el bello de la piel y se le escapó un pequeño gemido sin poder evitarlo - ¿Qué quieres de mí? – insistió.

Por respuesta unos labios se posaron en su cuello, sus piernas comenzaron a temblar ¿Miedo? ¿Placer? ¿Ambas cosas tal vez? Abrió los labios como para decir algo más pero sólo se escapó el aire de sus labios – Ah… - unas fuertes y masculinas manos se posaron en sus pechos, sus pezones reaccionaron al instante y su excitación aumentó.

Los latidos de su corazón iban a más, seguro que el propietario de aquellas manos podía sentir su corazón desbocado, el cuerpo de la criatura se pegó al de la muchacha, esta pudo notar sus pectorales y un poco por encima de su trasero algo entró en contacto con su camisón, no hacía falta tener mucha experiencia para saber de que se trataba aquello.

Sin poder controlarse comenzó a frotarse contra él, se sentía como una hembra en celo, nunca se había sentido tan excitada y ni siquiera había podido ver el rostro del extraño.

- Al menos dime tu nombre – Suplicó, la masculina criatura pellizcó su sensible piel y de nuevo se rió – Puedes llamarme "amo" pues ahora me perteneces.

De pronto se levantó un torbellino de viento, su cuerpo quedó liberado, la criatura había desaparecido, ella se quedó con la excitación y un pequeñísimo hilillo de sangre procedente de un par de pequeñas heridas en su cuello.

¿Continuará?

Comentarios

  1. Mmmm ¿un vampiro? Mira que soy fan de ese tipo de novelas ehh jaja. Aixx no me puedes hacer esto. Que estoy en sequia jaja. Un relato genial. Espero que continue. Un besazo.

    ResponderEliminar
  2. Seh… un vampiro, pero nada de purpurina xD
    Jajaja ¿Qué es lo que no te puedo hacer?
    Me alegra mucho que te gustara, trataré de seguir el relato, gracias por pasarte por aquí, besitos ^^

    ResponderEliminar
  3. Lo de frotarse me ha gustado.

    Otro aqui con sequia y leyendo cosas asi... No puede ser... xD

    En fin, me hice seguidor de tu blog que se me olvido la otra vez que pase por aqui.

    Espero verte por el mio siempre que puedas y quieras.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Me alegro de que te guste y de que te pases por aquí, me hice seguidor del tuyo yo también, claro que me pasaré para leerte ^^
    Saludos ;)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

El pájaro y la ardilla

Pasillo solitario

Oda a la oscuridad