Una aguja en un pajar

 


Sé que solo es algo material. Pero reconozco que siempre he tenido un pequeño TOC con el coche. Es como algo muy personal, como una extensión de mi cuerpo. Uno de mis sueños más recurrentes es buscar donde demonios lo dejé aparcado. Ayer ese sueño recurrente se hizo realidad, casi en modo pesadilla.

Mi coche ha sido uno de los más de 120.000 afectados por la dana (cifra oficial del consorcio de seguros)

Estuvo varias semanas cerrado y sin que pudiera abrirlo, como un barco embarrancado en la arena, a trescientos metros de donde lo aparqué; pues es la distancia que lo arrastró la corriente. Lo visitaba una vez por semana para ver que todo seguía igual, o para colocarle el cartelito de “vehículo inoperativo”

En caso es que el último fin de semana ya no estaba. No me llamaron ni me avisaron; pero por las redes sociales y demás, sabía que se los estaban llevando a un polígono industrial, y que había una aplicación para localizarlo. Escribí la matrícula en la web y apareció una foto y una especie de mapa del polígono en cuestión.

Como aún no está de baja y no sé si van a necesitar peritarlo de nuevo, ayer me dispuse a ir de excursión (ahora lo hago todo a pie) hasta el polígono para buscarlo y localizarlo.

Pero el mapa era un poco ambiguo, pues por un lado parecía haber un circulito y por otro se nombraba un sector que no correspondía con esa señal. Bueno, solo podía intentarlo.

Para llegar tenía que ir por la “ruta del colesterol”, un paseo al lado de la carretera donde va la gente a caminar o pasear en bici. Conozco bien el camino. Y como está todo en mi pueblo… daba pena verlo. En muchos tramos la corriente se llevó entre 10 y 20 centímetros de tierra. Decenas de metros de vallas tumbadas, llenas de cañas, colchones enganchados a árboles…

Y al llegar, el horrible espectáculo de cientos de coches destrozados. Con el corazón encogido me dirigí primero al circulito. Mirando las 4 filas de coches en batería. No, no, aquel no puede ser… no, no, no… Llegué al final de la calle y nada.

Pero había más calles, medio polígono industrial esta lleno de coches así. Me dirigí al sector indicado: no, no, no…. Jolín. Nada.

Ya solo me quedaba la intuición, me quedaba poco tiempo pues tenía que volver a trabajar por la tarde. Examiné la foto que le habían hecho al coche y allí estaban, mis compañeras las montañas. Miré a un lado, miré al otro… sí, son aquellas de allá. Bien, tenemos la orientación ¿Qué más? Se ven unos árboles, ya pero… ¿cuales? 

Con todo eso me decidí por una de las calles, ya de vuelta. Si no lo encontraba tendría que volver otro día con más tiempo y revisar todas y cada una de las calles. Caminaba, mirando, pero sin ver nada, abatido, desanimado. Cuando mis ojos se clavaron en un punto. Os puedo asegurar que no fue racional, fue el inconsciente. Ese punto era la matrícula de un coche que apenas se veía desde donde estaba. Me acerqué y allí estaba el mío, como si me hubiera guiñado un ojo.

28/11/2024

Comentarios

  1. Hola Roland

    Sin duda la conexión con tu coche después de tantos años viajando con él debe ser máxima. Así que esta claro que se reconoce donde y como este ... siempre formará parte de tus recuerdos aventureros

    Un abrazo 🤗

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  2. Que bueno que lo encontraste! y siento mucho todo lo que han pasado las personas afectadas por la dana. Un abrazote!

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