¡Flash!


Me disponía a hacer un viaje nocturno en autobús. Por experiencias anteriores no tenía demasiadas esperanzas de dormir. Pero al menos dormitar, descansar un poco.

Subí, me alegró ver que era bastante moderno, hasta con una de esas pantallas táctiles con juegos y películas. Bueno, aunque mi intención es descansar.

A parte que se iban cumpliendo todos los tópicos. Pasajero sentado en mi asiento 

- Disculpe, está en mi asiento

- ¿No le da igual…?

- No, lo siento, tengo ventanilla, hasta me han cobrado un suplemento por poder elegir el asiento…

Ya por fin en mi sitio. La otra persona se ha adueñado del reposa-brazos por completo y me clava el codo en las costillas. “En fin paciencia, haré como que no pasa nada”

Tras la pertinente bienvenida del conductor, el vehículo se pone en marcha y ¡Flash! Todas las pantallas se ponen en marcha de golpe “Bueno, ahora ya sé que funciona, pero no gracias, quiero descansar” Le doy al botón de apagado.

Coloco mis cosas de forma estratégica, usando mi experiencia como viajero, y cierro los ojos ¡Flash! La pantalla se enciende de nuevo y es como un foco de mil watios apuntando a mi cara “Joliiin” Pienso ¿Donde está el botón? Lo apago.

Cierro los ojos, me relajo, habrán pasado… ¿Quince minutos? ¿Veinte? Cuando ¡Flash! ¡Maldición! ¿Será la correa de la riñonera que está tocando la pantalla y se enciende? Lo quito todo, la riñonera al suelo, a tomar viento.

Suspiro, trato de bajar las pulsaciones. ¿Y sabéis qué? ¡Flash! “¡Nooooo!” Ya no aguando más, ahí delante hay otro asiento libre, además no tengo que aguantar el codo en mis costillas. Me levanto.

- Déjeme pasar por favor, me cambio de sitio.

Realizo el cambio, cierro los ojos “ahora si, no sé como no hice esto antes” Cierro los ojos me relajo. Apenas pasan cinco minutos cuando…

- Señores pasajeros, vamos a realizar una parada de treinta minutos. Durante la parada se realizara el cambio del conductor. Repito, parada de treinta minutos.

Resoplo “Muy bien, pero que me dejen dormiiiiiir”

Las puertas abiertas, me congelo. ¡Que frío! 

Gente bajando, gente subiendo, esto parece una atracción de feria.

El motor de pone en marcha ¡¡Flash!! Abro un ojo, son todas, de nuevo el conductor hace algo que se encienden. Bueno, ya sé donde está el botón la apago.

El bus reanuda la marcha. Pansan unos minutos cuando… Si, lo habéis adivinado: ¡Flash! “Nooooo, pero si esta pantalla funcionaba bieeeeeeen” Mira, paso, ya se apagará sola si quiere, me pongo de lado aunque acabe con tortícolis. 

Pasa un minuto, dos… la pantalla se apaga sola. Descanso, pasan los minutos “¿Cuando me deslumbra de nuevo?” Pasan veinte, treinta, cuarenta minutos… hasta que por fin lo entiendo. Por algún perverso motivo, cuando la pantalla se resetea al encender el motor... si la apagas tú, se vuelve a encender; si la dejas que se apague sola, ya se queda apagada. ¡A buenas horas mangas verdes…!

07/04/2023

Comentarios

  1. Ay Roland me has hecho reír y experimentar ese agobio de querer dormir y no poder.
    En un principio pensé que el destino te estaba echando una mano cuando tu asiento estaba ya ocupado y podías haber pillado ese lugar desde el principio pero bueno después he visto que el caos estaba en cualquier lugar del bus .

    Me ha divertido leerte
    Feliz semana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Nieves.
      Todo un trauma jajaja A veces cuanto más se quiere menos se puede.
      Feliz semana

      Eliminar
  2. Me gusta, pobre que no consigue dormir!! Jajjajajaj

    ResponderEliminar
  3. Muy divertida tu cronica querido Jorge Roland. Me encanta.
    Abrazote (va sin acentos)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Natalia.
      Ya sabes que dicen: drama + tiempo = comedia jajajaja
      Un abrazo grande :)

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

El pájaro y la ardilla

Pasillo solitario

Oda a la oscuridad