Verano


En la orilla de la playa, un niño mira a la mar. Un sol recalienta sus hombros, pero estos ya están acostumbrados. Desde aquí no se percibe el desagradable olor de la depuradora que queda más allá. En cambio si la del chiringuito de playa que ya prepara las primeras paellas para los turistas. Todo mezclado con el olor y el sabor a sal.

El castillo de arena comienza a derrumbarse, pero aún no es tarde para construir un foso alrededor que llenar con el agua del mar. Y sino pronto la marea se encargará de ello. Nunca olvida construir un segundo foso, que comunica el del castillo con la cercanía del agua. Espera que esta vez ningún desaprensivo patee si obra.

Pero ahora la atención del niño está en otro lugar. Las olas. Son fascinantes, es lo mejor de este lugar. Saltarlas, luchar contra ellas. Soñar que es un valiente guerrero que vence una inmensa fuerza de la naturaleza.

Mira atrás, buscando la localización de su madre. Sonríe y corre sintiéndose feliz en dirección a la orilla.

16/02/2018

Comentarios

  1. Hola Roland !
    Yo era de las que hacía murallas de arena para que el Atlántico no arrazara la zona de la sombrilla familiar. Prácticamente lo conseguía siempre pero a veces las olas saltaban el muro de arena y merendabamos con los pies bajo agua hasta que la marea volvia a bajar

    Recuerdos increíbles de niño contra las olas .todos hemos pensado en vencerlas. Si la mar no quiere ... siempre nos ganará .

    Saludos y feliZ semana

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    1. ¡Hola Nieves!

      Cada niño tenía su truco y tus ocupaciones parecen como una misión ¡Menuda responsabilidad! jajaja

      Besos y feliz semana

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  2. ¡Hola, Roland!

    Benditos tiempos en los que lo más importante del mundo era que no se derrumbasen los castillos de arena, y tener lista la merienda cuando quisiéramos comerla. Esa sensación de protección y seguridad infinita, eso transmite tu relato :)

    Me encanta ^_^

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    1. ¡Hola Poe!

      Pues así debería ser la infancia en general. Y me alegro de que te haya encantado ^^

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  3. Me recordó tanto mi infancia!! Crecí a orillas del Mar Caribe, haciendo castillos, corriendo olas y nadando como un pez. Ahora no te imaginas cuanto extraño el mar. Pero bueno, a falta de mar buenas son montanas, lagos y ríos. Me encantan tus historias, sencillas, pero que traen un momento de quietud y nostalgia.
    Un abrazote

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    1. Hola Natalia.

      ¡Si al final vamos a ser todos unos constructores! jajaja Doy fe que los parajes que te rodean son preciosos, me recuerdan a los Heidi que también da para un escrito jaja

      ¡Un abrazo grande!

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