Vecinos IV


Escuché los pasos que indicaban que volvía a entrar en la habitación y con ellos un olor a café. Me arrebujé de nuevo en las sábanas. Me encontraba de lado por lo que le daba la espalda. Aún debía de quedar ese espacio libre por donde me había pellizcado el trasero, un punto débil en la solida defensa que me ofrecía la ropa de cama.

Estaba de lado por lo que no le vi la cara. Pero sentí su peso hundir el colchón y su calor cuando se pegó a mi espalda. Mis ojos se entornaron y traté de mirar por el rabillo del ojo, pero no alcancé a verlo bien.

Entonces me digo aquello y sonreí cómplice. Me sentía temerosa y al mismo tiempo dichosa. Curiosa mezcla. Sentí sus labios acariciar mi cuello. Entrecerré más mis ojos, mis defensas se estaban desmoronando.

Por alguna razón me acordé de sus calzoncillos, los que no le devolví. Ahora serían un trofeo… un trofeo robado. Una de sus manos se encargó de devolverme al presente, estaba tratando de averiguar, con la mano, mi talla de sujetador. Me removí nerviosa. Y por fin me di media vuelta para mirarlo a los ojos.

Traté de poner cara seria, ligeramente enojada. Él se asustó un poco por mi reacción pero entonces no pude más y me entró la risa tonta. Me estiré sobre la cama como una gata y mis brazos se enroscaron en torno a su cuello. Busqué su boca y lo besé. Me acordé de su sabor de anoche, ahora con menos alcohol y más… “él”. Lo miré y le hice un par de caídas de pestañas. Reí de nuevo, había dejado atrás aquel temor. Prefería tener la sartén por el mango, literal y figuradamente.

Me mordí el labio y lo empujé para terminar encima de él. A horcajadas. Miré a su entrepierna, lo miré a él levantando una ceja. Comencé a frotarme, provocándolo para ver hasta donde era capaz de llegar. Y como no, reaccionó. En sus brazos me podía manejar con facilidad. Quedé de nuevo debajo, se colocó entre mis piernas y no tardé en sentirlo dentro.

Me agarré a sus hombros y un gemido se escapó de mi boca. Al mismo tiempo una especie de silbido se escuchó a lo lejos. Dijo algo de la cafetera, a lo que le repliqué – Ni se te ocurra parar ahora – Y… no me decepcionó.

Él – pinchar aquí -

Junio 2017

Comentarios

  1. Muy bueno el intercamnbio de narradores en los personajes de él y ella, eso sí, la temperatura muy elevada en ambos casos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La temperatura como este verano xDDD
      Gracias por pasar y dejar un comentario :)

      Eliminar
  2. ¡Ufff Mi café con mucho hielo plis!

    ResponderEliminar
  3. Me encanta el resultado de este relato vecinal. Me lo estoy pasando muy bien. Y como me comentas en mi casa, :) es verdad que el invierno es mejor para estos momentos. Aunque era temprano y quiero imaginar que el día aún refrescaba .

    Un beso Roland !!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo también me lo paso muy bien :) Creo que ambos ganamos.
      Besos.

      Eliminar
  4. ¡Hola Roland!

    muy buen relato, y estupendo lo de los cambios de escritor. Obliga a no dar nada por sentado como espectadores de esta historia vecinal, y eso siempre es bueno siendo lector ^_^

    Espero leer más :)
    *Qm*

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Poe!
      No, no hay que dar nada por sentado jajaja
      Yo también te espero :*

      Eliminar
  5. Felicitaciones, hacéis un buen equipo.
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, sin vosotros tampoco sería posible.
      Saludos :)

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

El pájaro y la ardilla

Pasillo solitario

Oda a la oscuridad