Más allá del horizonte



A lomos de un centauro recorría la llanura. Esa era la labor de Perséfone. Vigilar la frontera. Las almas erráticas llegaban hasta allí sin tener muy claro dónde estaban, ni por qué.

Ella trataba de ser amable. Les indicaba el camino, y les acompañaba hasta su morada definitiva. Pues nata termina tras la muerte, justo acaba de empezar.

Ranuk, un guerrero desarmado y desconcertado siguió a la doncella de apariencia joven. Pero antes de llegar a su destino no pudo evitar hacerle una pregunta.

- Dama del centauro – Le dijo – Allá donde me llevas… ¿Podré encontrar a alguien que conocí en la otra vida?

A Perséfone ya le habían hecho esa pregunta en numerosas ocasiones. Su montura se detuvo  y se volvió hacia él – A donde os llevo no necesitáis a nadie. Tendréis todo cuanto queráis. Pronto olvidaréis todo lo que os ataba en vida.

El espíritu del mortal no se quedó nada convencido – Pero a mi amada… yo… la necesito… - Dijo confuso

La dama le dedicó una sonrisa – Estad tranquilo. Nada impide que la podáis buscar, si ese es vuestro deseo – Y no dijo más. La reina del inframundo habló desde la experiencia. Y acompañó al espíritu a la que sería su nueva morada.

Efectivamente aquel lugar estaba lleno de placeres, todo cuanto pudiese desear estaba a su alcance. Pero Ranuk… Ranuk no estaba contento con eso. Buscó a su amada día tras día, noche tras noche. Sin tener la certeza de si ella le estaría esperando o le habría olvidado.

Pero pese a revolver aquel nuevo mundo por entero no dio con ella. Sólo le quedaba una posibilidad, preguntarle directamente a Perséfone. Le expuso el caso y le dijo el nombre de su amada.

La diosa puso durante un instante los ojos en blanco. - Ella… Oh vaya. Aún está viva Ranuk, no ha llegado su momento 

El alma del guerreo se mostró desconcertado – Pero yo la vi morir. La tenía en mis brazos cuando desfalleció, no pude cargar con la culpa y por ello me quité la vida.

- No ocurrió así. Te hirieron en combate, eso que recuerdas fue tu último sueño, el que precede a la muerte -  La diosa sacó una esfera de cristal de entre sus ropajes, se la acercó. En ella comenzaron a aparecer imágenes, su amada, en brazos de otro... 

Horrorizado, el guerreo retrocedió unos pasos - ¡No puede ser! ¡Eso es falso! – Exclamó tratando de negar lo que ya entendió.  La miró angustiado – Y las promesas de amor eterno ¿Dónde quedan?

Perséfone le dedico una lánguida mirada – No hay más ceguera que la del que no quiere ver. Ranuk, libera tu pesar, tu alma es noble y por eso te encuentras aquí, en lugar de en el Tártaro. Pero no cargues sobre tu conciencia lo que a otros se debe, el tiempo lo cura todo. Cuesta, sí; Es duro, también. Pero la verdad te hará libre y aunque ahora mismo no lo veas, encontrarás la felicidad.

17/10/2015

--

Me costó un poco de culminar en su momento este onírico relato, espero que el resultado sea aceptable. Bebe de varias fuentes de inspiración distintas, todo mezclado en un coctel y aquí está el resultado :)

Se me acaban los relatos, he de escribir más, he de escribir más jajaja

Fuente imagen: http://llevatetodo.com/el-rapto-de-persefone/

Comentarios

  1. Muy interesante. Ranuk y Romeo dos precipitados.

    ResponderEliminar
  2. Respuestas
    1. Gracies Hammer. Esta es un poco al estilo de tu blog jaja. Gracias y un saludo :)

      Eliminar
  3. Hola Roland!

    Me ha encantado la historia que narras tan estupendamente. Evoca las antiguas leyendas, y tiene escondidas metáforas para nuestra actualidad. Me ha parecido muy bien escrito, de narración fluida y muy bien contextualizado en una época legendaria de dioses y leyendas.

    Preciosa! ^_^
    *Qm*

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Poe!

      Jejeje Si me informé un poco, al menos para no decir barbaridades jaja. Gracias por pasar y me alegro de que te haya gustado :*

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

El pájaro y la ardilla

Pasillo solitario

Oda a la oscuridad