No hay mal que por bien no venga

Su abuela le había dejado el piso en herencia. Por fin iba a poder independizarse. Trabajar en el campo era duro y mal pagado, ningún banco le fiaba para pedir una hipoteca. Era conocedor de que con los gastos del piso le iba a quedar muy poco para comer, los pequeños vicios quedarían reducidos a la nada. Entró en aquel pequeño y oscuro piso. Paredes aún recubiertas de papel pintado, varios de los muebles se caían a pedazos... pero al menos todo era suyo, eran sus pedazos. Era una persona mañosa y poco a poco iría arreglando cosas, su mente se disparó y comenzó a hacerse planes. Ya desde el primer día quiso dormir allí. No pasó muy buena noche, dándole muchas vueltas a la cabeza y con uno de los muelles del colchón incrustado en la espalda. Pero al menos no habían chinches. Después de tomar una taza de agua caliente con ligero sabor a café, se dispuso a hacer la cama. Retiró las sábanas y vio un agujero. Refunfuñó pensando en que todo parecía estar viejo y roto. De nuevo inten...