Escurridiza

Se había escondido en la grieta de una de esas enormes cajas de madera. Parecía un lugar calentito, una buena base de operaciones desde la que actuar. De pronto una mañana, su guarida, junto con el resto de la caja, comenzaron a zarandearse de un lado a otro ¡Qué mareo! Por suerte no duró más que unos minutos, pero con el susto no saldría a ver que había pasado hasta la noche. Y así lo hizo. Había más gente de lo habitual, los humanos, eso no era nada bueno, o tal vez si, donde había humanos siempre había mucha comida. En los días posteriores comenzó a sentir viento, frío, humedad… Por lo que se vio obligada a dejar la caja de madera y a internarse más allá. Llegó a un lugar demasiado limpio, demasiado iluminado. No era nadie capaz de apreciar aquellas suntuosas escaleras tapizadas de rojo, las lamparas y demás cristalería de ensueño. Lo que si supo apreciar fueron los manjares de aquella infinita cocina. Por fin había encontrado un lugar calentito y con comida abundante. U...