De sol a sol
Juan Enriquez trabajaba con tesón en el campo, mimaba sus arbolitos y les realizaba todos los cuidados necesarios. La poda en el crudo invierno. Los riegos de primavera. Los tratamientos en el caluroso verano. Y la dura pero gratificante recolección de frutos en otoño.
Todo eso cambió el día en el que al llegar como cada mañana en su bicicleta, se encontró con su casita de aperos abierta. Se le cayó el alma al suelo. De sus herramientas no quedaba nada. Solo un martillo doblado y oxidado.
Aquello era un desastre total para la ajustada economía de Juan. Le costaría una fortuna tratar de conseguir de golpe las mochila de pulverizar, las azadas el pico… y un largo etcétera que se había comprado a lo lo largo de los años y que ahora se habían esfumado de un plumazo.
Se sentó en el suelo y allí se echó a llorar. Ni los ángeles, ni ningún ser divino, se apiadó del pobre y trabajador Juan. Que se preguntaba, porqué había sido castigado de aquella forma.
Al hombre ya no le quedaba familia, el campo era su hijo, al que ahora se veía incapaz de mantener. Tuvo que vender el campo. Y como ocurre en estos casos, cuando lo que te llena el alma desaparece, el cuerpo se marchita. Juan murió un mes mas tarde.
12/09/2017
Hola Roland !!
ResponderEliminarAsí es, no me cabe la menor duda, cuando tu alma está llena de algo tan importante que desaparece, la vida se covierte en una supervivencia. No sé si tan drástica como tu final pero sin duda la vida será siempre diferente.
Lástima que no tuviera nadie que le ayudara, siempre se tiene a alguien.
Un saludo, Feliz semana Roland
Hola Nieves.
EliminarLamentablemente he visto ocurrir cosas así, personas que viven por y para su dedicación y mucho en gente de campo.
Gracias por comentar. Besos
Mi abuelo materno trabajaba en el campo, a lo largo de mi vida escuché muchas historias de lo complicado que es vivir de la tierra. Tanto en momentos como el que nos cuentas o en casos de tormentas y desastres naturales.
EliminarVivir de la tierra es complicado.
Saludos
Y a veces dejar de vivir con ella, gracias por tu aporte :)
Eliminar¡Hola Roland!
ResponderEliminarQué triste historia, de amor infinito por algo que le arrebatan. El amor tiene muchas formas, y no hay mayor egoísmo que menospreciarlas.
El campo era su vida. Su amor fue su final.
Hermosa historia.
*Qm*
Hola Poe.
EliminarSi, en esta ocasión me salió un relato triste. Espero que los que arrebatan tomen nota.
:*
Ahora Juan ve desde algún otro lugar su tierra, quizás alguien la cuide por él y se sienta reconfortado, un abrazo Roland!
ResponderEliminarQue pensamiento más bonito. Ojalá sea así.
EliminarOtro abrazo para ti, María Cristina.