Arañas
Era un día de campo, con la única misión de disfrutar del sol y de la gastronomía autóctona. A su tierna edad, ya era todo un aventurero. Le gustaba recorrer acequias, capturar ranas e improvisar cabañas con ramas y plásticos. Cosas que hacían los niños antes de la invasión de las pantallas. Se encontraba en el exterior del muro, jugando a lanzar una pequeña pelota contra un pilar del porche, que hacía las veces de canasta. En una de esas, la pelota no da en su objetivo y sale rebotando hasta colarse debajo de unas maderas que habían apoyado junto a la pared. Cuando el niño se asoma para recuperarla, ve que el espacio está ocupado casi por completo por un nido de arañas. Arañas enormes, de patas finas pero larguísimas. El aire, de pronto, huele a tierra húmeda y algo más... como a óxido o a algo podrido. Se queda tan asombrado como petrificado. Y más aún cuando una de esas arañas gigantes comienza a empujar la pelota en su dirección. Él se asusta y retrocede un poco. Pero la arañ...