Instinto ancestral

Una señal, como por ejemplo un guiño, bastaba. Era la primera misión: escabullirse de sus padres. Cuando la charla de los mayores se volvía apasionada era el momento en el que los niños se escapaban. - ¿Lo has traído? – Le preguntó su primo. Una sonrisa y un par de cejas levantadas, fue la respuesta. Sacó su tirachinas artesanal. En aquella época sin internet las habilidades eran otras. Sin vídeos de YouTube, el boca a boca era el principal medio de comunicación entre los chavales, y algunos eran capaces de hacer verdaderas maravillas. Salieron a la calle, la noche era cerrada. Había que mantener las armas escondidas, alguien les había dicho que aquello no era legal y que la policía podía echarte una reprimenda, pero lo que más temían es que se enteraran los padres, eso sería mucho peor. A su edad no lo sabían, pero los animaba un instinto que alberga el hombre desde hace miles de años. La sensación no debe de haber cambiado mucho desde entonces, nervios, manos sudoro...