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Mostrando entradas de 2023

¿Todo encaja?

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  A veces dar un salto, un impulso a la vida, a la existencia. A veces… es el impulso final, el de alguien que se sabe cerca de la meta y realiza el esprint final. Cuando todo encaja, a veces, es cuando menos lo hace en realidad. Encajar a los ojos de los demás, cuando en realidad, lo importante es encajar con uno mismo. ¿Qué es la vida? ¿Cuál es la meta? Está claro que la vida social es importante, pero.. ¿Es esa la meta? Dicen los budistas que formamos parte de un todo. Nosotros, la naturaleza, todo es lo mismo. Como un rio cuyas sus aguas solo pueden ir para abajo. Hasta el mar, donde se juntaran nuestras aguas con las del resto de la humanidad. Pero entonces ¿Por qué? ¿Para qué?  Supuestamente todo tiene su motivo en este caos. En esta… sopa de gente, de personalidades, de situaciones desagradables que… nos hace plantearnos si realmente merece la pena. Dando vueltas como un carrusel. Un día, otro, otro…  Pero a veces… parece que no podemos esperar la llegada de esos momentos de fel

Hasta el infinito y más allá

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Últimamente soy muy consciente de que la forma física tiene fecha de caducidad. Que poco a poco los años van sumando y que algún día y si hay fortuna, la edad me alcanzará. La edad de ya no poder “hacer el cabra” al menos.  Tengo muchas más ganas de hacer cosas, que cuando era más joven. Quiero hacer muchas rutas de senderismo, quiero subir montañas, quiero hacer un “tres mil”, me gustaría ver el Himalaya, las cumbres de los Andes, los Alpes… No, no es necesario subir el Everest. Pero… ya tengo la sensación de que no tengo tiempo para todo. A parte de dinero, claro. Porque con dinero se puede comprar tiempo, pero ese tema ya lo dejo para otro día. ¿Llegará un día que me sentiré como Bilbo Bolsón en El Señor de los Anillos, cuando dijo aquello de... “quería ver la montaña solitaria una última vez, pero la edad ha hecho presa de mí”? Bueno, supongo que es mejor tener muchos planes, muchos objetivos, aunque no se puedan cumplir todos. A no tener ninguno. Vivir la vida con intensidad es me

¡Flash!

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Me disponía a hacer un viaje nocturno en autobús. Por experiencias anteriores no tenía demasiadas esperanzas de dormir. Pero al menos dormitar, descansar un poco. Subí, me alegró ver que era bastante moderno, hasta con una de esas pantallas táctiles con juegos y películas. Bueno, aunque mi intención es descansar. A parte que se iban cumpliendo todos los tópicos. Pasajero sentado en mi asiento  - Disculpe, está en mi asiento - ¿No le da igual…? - No, lo siento, tengo ventanilla, hasta me han cobrado un suplemento por poder elegir el asiento… Ya por fin en mi sitio. La otra persona se ha adueñado del reposa-brazos por completo y me clava el codo en las costillas. “En fin paciencia, haré como que no pasa nada” Tras la pertinente bienvenida del conductor, el vehículo se pone en marcha y ¡Flash! Todas las pantallas se ponen en marcha de golpe “Bueno, ahora ya sé que funciona, pero no gracias, quiero descansar” Le doy al botón de apagado. Coloco mis cosas de forma estratégica, usando mi expe

Estacionado

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  Había una estación de metro llena de gente. Algunos vestían de fiesta, otros como de vuelta del trabajo. Pero si te fijabas bien, había pequeños detalles. La ropa, no parecía de la talla adecuada en muchos de los casos. Unos bebían o comían, otros charlaban… Pero el detalle más importante es que a esta estación no llegaba ningún tren. El último metro anunciado, aún estaba en el panel, pero su hora ya había pasado. A parte de que el reloj tampoco marcaba la hora correcta. Al cabo de un rato comenzó a parpadear y desapareció del panel, sin que allí llegara nada por el agujero del túnel. Y así uno tras otro, todos los anunciados. La gente parecía ajena a todo eso, esperando pacientemente. Las hora pasaron y las horas se convirtieron en días. Y ninguno de los trenes hizo acto de presencia. A veces, eso es la vida. Esperando a que llegue un tren, que la oportunidad de oro venga a nosotros. Sin que nos demos cuenta, que si tomamos las riendas de la situación. Con un pequeño esfuerzo, salie

La espiral

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  Hay que ver cómo es la mente. Y es que a veces todo se magnifica. Algo que puede ser un problema relativo, acaba por dominar nuestra vida por completo. El otro día a un compañero de trabajo le entró un ataque de ansiedad, de tal magnitud, que llamaron a la ambulancia para que lo atendieran. Estamos acumulando muchos días con prisas, con estrés, con la sensación de que no llegamos, que no llegamos. Un día, otro, otro, otro… Dormimos mal, nos llevamos toda la tarde preocupados, es en lo único en lo que pensamos. Fatiga, estrés, ansiedad, infelicidad. Es en estos casos cuando lo mejor es… abstraerse y mirar las cosas con perspectiva. ¿De verdad merece la pena? ¿No es acaso nuestra salud lo más importante? Al final, solo es trabajo. Algo que debería estar comprendido dentro de una jornada, una labor que debería hacernos sentir realizados, no lo contrario. Cuesta, cuesta salir de la espiral. Pero a veces hay que esforzarse en hacerlo, merece la pena. Reafirmarnos, es importante que reafir

Ritmo de vida

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  La espiral de la vida. Entra suave, despacio. Poco a poco, sin darte cuenta contraes obligaciones. La mayoría... caprichos, hobbies, o simplemente presumir. Todo ello poco a poco va consumiendo los ingresos. Pronto, necesitas más. Más ingresos, un trabajo mejor, un segundo trabajo, más presión, trabajar más horas. Todo para intentar saciar el voraz apetito de los compromisos, las deudas, el ritmo de vida. Al final… te das cuenta de que estás viviendo para pagar esas cosas que… casi ninguna es necesaria. Vale, hay circunstancias y circunstancias; pero en general… ¿De verdad es necesario todo lo que consume nuestro dinero, que a su vez, se consume nuestras horas, nuestra vida? Si, también sé que no es fácil mandarlo todo a la porra, irse al monte a comer frutas silvestres y vivir como un ermitaño. Pero si merece la pena planteárselo al menos ¿No? Hagamos una prueba. Apuntemos todas y cada una de las cosas en las que gastamos cualquier cantidad de dinero por mínima que sea. Habrá cosas

Cajones

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  Los objetos, los “trastos”, se expanden. De forma directamente proporcional al espacio del que disponemos. En una de mis primeras mudanzas, me iba a un piso compartido. Mis cosas se redujeron al mínimo. Incluso al punto de que años después lamenté haber tirado cosas. No por su valía, ni porque las necesite. Sino porque eran recuerdos, una parte de mi. La siguiente mudanza fue a un piso más bien pequeño, pero venía de tener casi de nada. Mis trastos, “mi mochila”, aumentó.  Y posteriormente otra mudanza. Pero ahora ya estoy en el punto en el que creo, que tengo demasiados cajones. Al final uso las mismas cuatro cosas. Y cuando voy a buscar algo de menos uso, me cuesta encontrarlo. Cajones, cajones y más cajones. Aparecen recuerdos en cada uno de ellos. Recuerdos que no uso, recuerdos que no recuerdo. ¿Es eso la vida? ¿Lo que para uno fue importante un día, ahora acumula polvo en un rincón de la mente? Y además ¿Cómo de importantes son?  Estas cosas nos recuerdan que… por un lado, no s

Aporrear el teclado

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  Es una técnica para escribir. ¿No encuentras un motivo? ¿No te sientes inspirado? Aporrea el teclado. Escribe lo primero que te pasa por la mente. Pueden aparecer pensamientos inconexos, las cosas más absurdas que te rondan la mente. Pero si sigues un poco más… ¡Sorpresa! De pronto se fragua algo, un hilo del que tirar, una historia que seguir. Lo más fuerte, es que esto se puede aplicar a más ámbitos. ¿Te sientes desganado? ¿Te puede la pereza? ¡Haz algo, sal! Aunque sea sin rumbo. De pronto las cosas ocurren como por arte de magia. Tal vez encuentres un vecino, una amistad, un familiar, o simplemente disfrutes del sol, o de la lluvia. De pronto se te ocurren más cosas que hacer, sitios a los que ir, y es que… para hacer algo, solo hay que ponerse en macha. Recuerda que solo hay una cosa que te puede frenar, la pereza. 01/01/2023

Filosofía

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Alfredo apagó el ordenador, se sentía tremendamente abatido. Estaba sumido en plena crisis existencial. Por muchos motivos. Uno de ellos, por culpa de un videojuego. No era uno de esos juegos de matar. Era un juego en el que hay rompecabezas, ciencia ficción y… oh sorpresa, filosofía. No esperaba encontrar filosofía en un videojuego y la verdad es que le impactó. Le hizo cuestionar todo con una simple pregunta que había que justificar: ¿Qué es la conciencia? Una pregunta tan sencilla, abrió un pozo sin fondo en sus pensamientos. El chaval creía que los que tienen una fe religiosa y sin fisuras, lo tienen claro. El alma ¿No? Tras la muerte irán al cielo o al más allá, etc. Hasta los budistas creen en la reencarnación. Al fin y al cabo en eso consiste la religión ¿No? En tranquilizar a la gente con que… no todo termina con la muerte. ¿Pero y si luego no hay nada? Es más… ¿Para qué vivir? Quizá esa pregunta sea más importante. Recordó otra pregunta de un señor mayor de pelo blanco alborot

Con la perspectiva que otorga el tiempo

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  A Luis, el instituto no le resultó fácil, pasó momentos bastante duros. Y no por las asignaturas precisamente. La mitad de los chavales tenían muy poco interés en aprobar y sacarse el título. Estaban allí, porque aún no tenían la edad de trabajar y por obligación de sus padres. Todo eso hacía la atmósfera perfecta para el caos; discriminación, burlas, golpes, vandalismo… y el bullying. En una ocasión casi lo dejan tirado en un examen. El instituto estaba en otra localidad; lo había traído un compañero en moto y amenazó con marcharse mientras Luis se afanaba en terminar el examen que su compañero hacía rato que había entregado. “¿Para qué te esfuerzas tanto, si no vas a aprobar?” Le dijo con tono burlesco desde la puerta de la clase. Pero se equivocó, Luis aprobó. Y los años pasaron. No es que sea abogado, pero consiguió un más que decente puesto de trabajo de recursos humanos en una empresa, y se permite el pequeño lujo de tele-trabajar desde casa.  Hoy Luis, mientras se preparaba el

Lo salvaje

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  Iba sumido en mis pensamientos y fue él, el que me advirtió de su presencia. Con un sonido grave, amenazante, por un momento pensé que se trataba un perro grande, ya tuve encontronazos con algunos, pero esa historia la dejo para otro día.  Levanté la vista y ahí estaba, a unos diez metros, cerca del sendero por el que iba, un jabalí adulto, como los de los comics de Asterix. Paré en seco. Me miraba de frente. Uno de los motivos por los que llevo bastones de senderismo es por… casos como estos. Quizá no haga mucho, o quizá si, el caso es que prefiero llevarlos. Los puse delante de mi, pero con la punta en el suelo. No quería parecerle una amenaza al animal, pero sí mostrar que había algo que sortear entre él y yo. Nos miramos, cara a cara. Relajé mi cuerpo, pero agudicé mis sentidos. Huir no suele ser buena idea y mi sendero pasaba cerca por donde él se encontraba, así que sencillamente esperé.  Pasaron pocos segundos hasta que se movió. Se puso de lado, pero me seguía observando de r

Fuerte

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  ¿Cómo una situación puede llevarte a perder la identidad? Es posible. Un mal que te va carcomiendo por dentro, te apartas del camino correcto, hasta de lo que te hace feliz. Te arrinconas y creas un pequeño universo en tu interior. Todo para… prepararse para dar el gran salto. La ruina económica, empezar de cero. En cierto sentido perder hasta 10 años de tu vida. Hay cosas traumáticas que te obligan a ello. Un día crees que todo está bien, todo es seguro y al siguiente se desmorona como naipes abatidos por el viento. Es en esas circunstancias donde más necesitas ser fuerte. Fuerte… Los amigos están bien, pero puede que sea lo último que te quede: a ti mismo, mirarte al espejo por la mañana y pensar en… otro día que hay que pelear para salir adelante. Aunque el pozo se vea negro, siempre hay que pelear un día más, solo así, un día puedes echar la vista atrás y observar; que sin hacer ruido y con mucho sufrimiento, construiste una sólida montaña, juntando muchos granos de arena. 12/10/

Otro cuento de Navidad

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  Con motivo de las navidades cercanas, el profesor les dijo que podían decorar el aula al terminar las clases. Los compañeros de otras poblaciones no tuvieron más remedio que marcharse o perderían el autobús. Pero aún así se quedaron un buen número de alumnos. Muy distintos entre todos, algunos gamberretes junto con otros más tímidos, pero en esta ocasión no hubo bromas ni denigraciones. Al más puro estilo de la película “El club de los cinco” todo fluyó con una armonía casi… onírica. Se organizaron como si no fuera la primera vez que trabajan juntos. Unos cortaban papel formando figuras geométricas, mientras otros lo pintaban y otros lo colgaban. Cada uno podía expresar su lado artístico como mejor le parecía, se aportaban ideas, se escuchaban. El trabajo estaba bastante avanzado y fuera ya reinaba la oscuridad invernal, cuando decidieron que no era suficiente. Pusieron un bote en común, la calderilla que cada uno buenamente podía aportar, y unos cuantos fueron a la tienda a comprar

Ley de vida

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  Nací en primavera, cuando aún hacía frío. Recuerdo que desde bien joven me gustaban las formas que dibujaba el sol al reflejarse. Tuve un pequeño trauma con algún que otro insecto, pero por lo demás creí fuerte y sana. Siempre me gustó la naturaleza, el viento y sentirme libre. Aunque... de algún modo, siempre permanecí atada a mi lugar de origen. Pero con el tiempo todo cambia. Una va madurando, cumpliendo una función en un intrincado engranaje. Me pregunto si todo ha merecido la pena. No sé muy bien, nunca fui muy lista. Lo que sí sé es que se acerca el otoño. Ahora ya débil, mi piel ha perdido la hermosura de antaño, tiene las cicatrices y marcas de toda una vida; vida que ahora pende de un hilo. Creo que estoy preparada para morir, desfallezco. Una ráfaga de viendo corta el vínculo, siento que floto, revoloteo. Veo al resto de mis compañeras, algunas ya están allá abajo. Ahora yo también formaré parte del manto. Alimento, sustrato para el árbol que me dio la vida. 12/09/2022

Atando cabos

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  1 Es intrínseco a la vida. Es el vacío, al igual de lo que hay más allá de los restos del Big Bang. 2 Como cuando el gran Eduard Punset le preguntaba al científico… “Si un instante después de la muerte, todo sigue ahí? ¿Qué es realmente lo que pasa? ¿Qué es la muerte?” A lo que el científico le respondió “La comunicación. Las células, las neuronas, dejan de comunicarse entre sí” 3 No hay que olvidar, que nuestros días aquí, son limitados. Es la maldición del ser humano. Recuerdo que me contaron, que un alto cargo de la iglesia de cierta ciudad alemana, se construyó el palacio con vistas al cementerio. Cuando le preguntaron el motivo; dijo que no quería perder de vista, que no quería olvidar, que todo cuanto hacemos aquí es pasajero… y la muerte, inevitable 4 Pero… hoy voy de citas. Y también hay que tener presente que… quizá darle demasiadas vueltas, es morir antes de tiempo. Al igual que no aprovechar del que disponemos. Quedarnos en nuestra zona de confort, sin atrevernos a dar un

Tormenta

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  El sábado fui a recoger a mi hija que salía cine. El cielo se había puesto muy negro y ya se escuchaban los truenos. Cuando enfilé la carretera vi que hacía donde me dirigía, era justo donde estaba la tormenta. "Espero llegar antes de que se ponga a llover" Pensé. Ya caían algunas gotas sueltas, de esas gruesas que indican que cuando se ponga a llover, lo va a hacer con ganas. Tenía la sensación de que el tráfico iba muy lento, seguramente mis prisas por llegar. Pero me comporté pacientemente detrás de los coches que me precedían. El festival de rayos que tenía adelante, era un espectáculo. La lluvia comenzó a arreciar. Pasaba por un polígono industrial, llegando a una rotonda, despacio, cuando lo vi venir. Como suelen decir, pasó como a cámara lenta. Casi arriba del todo, pero un poco más delante, lo justo como para verlo por la luna del coche, un destello blanco bajó en picado. "Ahí va" pensé y solo me dio tiempo a encogerme en el asiento, sin soltar el volant

La gran pregunta

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  Que la vida es etérea, fugaz. Es un tema quizá muy manido. Pero ahora mismo es lo que tengo en la mente. Está siendo un año con muchas pérdidas. Gente que ha formado parte de mi vida. En este caso que han estado muy presentes en mi niñez y mi juventud. Personas que… es cierto que no desaparecen del todo. Porque aún están en mis recuerdos. Recuerdos de una época que no volverá. Pero el día que yo desaparezca… Bueno, supongo que entonces ya no importará ¿No? Es la ironía de la vida. Habrá nuevas generaciones y yo formaré parte de sus recuerdos. Y así seguirá la rueda girando. Pero no quiero ser tan oscuro, hoy no. Porque quizá de algún modo, lo que enseñamos, los recuerdos, nos hacen a nosotros como somos y de ese modo los transmitimos y así van pasando también de generación en generación. Quizá, no sé. ¿O quizá es un pensamiento demasiado optimista? Hoy pensé además, no somos lo que fuimos, y me explico. Uno hoy, puede tener las cosas claras, tener unos ideales, unas creencias. Pero n

Como la cerveza

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  Últimamente me ha dado por hacer cerveza en casa (Homebrewer lo llaman). Bueno, cuando digo últimamente, en realidad ya hace más de un año y medio. Es una labor dura, unas diez horas de trabajo para elaborar 20 litros.  Modestia a parte creo que no se me da mal. Dicen que hacer cerveza es una combinación entre arte y ciencia. Quizá eso lo explica. Siempre he sido dual en ese aspecto. Además, me gusta cocinar y me gusta experimentar, investigar… Hay que ser muy pulcro con la limpieza, esa es la primera piedra, a partir de ahí, la pasión hace el resto. Cada cerveza es única, es más, aunque usaras los mismos ingredientes hoy y dentro de un mes, no saldría el mismo resultado. Hay infinidad de variables sutiles que confieran personalidad al resultado. Como las personas. Dos gemelos pueden tener los mismos genes, pero nunca serán igual. No son la misma persona. Cada persona es única. Moldeada y modelada por los acontecimientos, por sus experiencias, por… ¿Quién sabe? Siempre hay espacio pa

Historias del camino y 3.- Fortaleza

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  Comenzó el camino con una mochila que pesaba once kilos, y estamos hablando de una chica de complexión menuda, que no debía de llegar a los 55Kg. Hay que tener en cuenta que lo que recomiendan, es que la mochila no pese más del 10% del peso del cuerpo. Subió los pirineos con ella y nada la detuvo. Le preguntamos por el motivo por el que hacía el camino: nos contó que tenía demasiadas cosas en casa, demasiados coches, demasiados lujos; y que un día se preguntó si realmente es necesario tener tantas cosas. Hacía el camino para demostrarse a si misma, que se podía vivir con lo que una persona llevaba en una mochila. Además, como se había dado cuenta de que en su mochila aún llevaba demasiadas cosas, se propuso, que en cada uno de los albergues por los que fuera pasando, dejaría una cosa; que además podría resultarle de utilidad para algún otro peregrino. Me fascinó la energía y la fuerza de voluntad tan grande que trasmitía. Una fuerza que daba a entender que nada la podría frenar. Todo

Historias del camino 2.- Amor

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Era un hombre que aparentaba menos edad de la que tenía. Llevaba un mochila que pesaba más de 15 kg en la que llevaba de todo, hasta una silla plegable. Si amigos, la vi con mis propios ojos, aunque él presumía de lo ligera que era. Como si de una película se tratara, resultó ser un oficial retirado del ejército de los EEUU. Le encantaba la aventura y las excursiones por la naturaleza, para tener ocupada su mente. Estaba haciendo el camino, porque se había propuesto realizar una ruta por el estado de Colorado, de más de 700 Km. Él solo y por zonas donde no hay albergues, en plan acampada libre. Una aventura que iba a ser dura y quería hacer el camino como entrenamiento previo. Hablamos de las diferencias entre nuestros países. Cuando surgió el tema de las armas, me contó que en su país si que tenía una pequeña, que no podía llevar a la vista; pero que cuando iba de ruta y pasaba la noche en una tienda de campaña, eran zonas donde podía salirte un oso, y él se sentía más seguro con ella

Historias del camino 1.- Superación

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  La vi por primera vez por el camino, iba por delante de mi a un ritmo suave. Paraba a ratos, realizaba un movimiento extraño, moviendo la cadera de un lado a otro, y volvía a continuar. La rebasé, la saludé como a cualquier otro peregrino, y me dedicó una sonrisa resplandeciente. Aunque pueda parecer algo trivial, ahora contaré porque no lo era tanto. No recuerdo si fue esa noche o la siguiente, resulta que coincidimos en un albergue, a la hora del desayuno. En un principio no la reconocí, entre tanta gente uno no se queda siempre de primeras con todas las caras. Pero me acordé cuando hablando entre peregrinos, y charlando de cómo nos encontramos, la chica comentó que tenía problemas con la cadera que venía arrastrando desde hacía varios días. Una vez más, me fijé en como sonreía y se preocupaba por todos. Pero al levantarse de la mesa, nos dimos cuenta de que iba casi arrastrando los pies, y que bajo esa sonrisa, estaba sufriendo un dolor bastante importante. Otra de las chicas se o

Buen camino

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  Fue al día siguiente de aquel tan duro en el que tocó subir los pirineos. Todas las previsiones indicaban lluvia. Los echaron bien temprano del albergue, cuando aún la noche era totalmente oscura.  Desayunó con rapidez, sorprendentemente no llovía y había que aprovechar estas horas. Se despidió de sus nuevos amigos y comenzó a caminar. Con paso decidido, pero a la vez cauto pues apenas se veía el suelo. Cuando miraba alrededor se parecía adivinar que el lugar era realmente bonito, lástima de oscuridad. Al cabo de una hora de caminata, cuando ya había buena visibilidad, hizo el primer descanso. Un poco temprano, pero muy acertado pues apenas 5 minutos después comenzó a llover. Ponerse el impermeable, ponérselo a la mochila… No son cosas fáciles en mitad de un camino. Iba bien pertrechado, y concienciado con los posibles resbalones. Pero la mayor incomodidad era que en kilómetros y kilómetros no había un lugar seco en el que sentarse, y hasta pararse para buscar la botella de agua era