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Un buzón de los ochenta.

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  El mundo parecía transcurrir de forma más lenta. Cuando uno quería hablar con un amigo, iba a su casa. Igual hasta tocaba negociar con su madre por el telefonillo, para que lo dejara bajar. Tener una pelota era suficiente para hacer amigos, y si tenías un balón de reglamento, eras el rey. Si, a veces éramos un poco brutos y no todo era perfecto. ¿Quién de aquella época no ha vuelto algún día a casa con las rodillas ensangrentadas? Pero aprendías a socializar con los demás. Te daba el sol, el aire y hacías ejercicio sin necesidad de apuntarte a un gimnasio. Pero lo mejor… lo mejor era abrir el buzón de casa. Podías recibir la revista a la que estabas inscrito, un catálogo de discos y videojuegos, o una carta de un amigo por correspondencia.  En unas pocas páginas, alguien te contaba como le iba la vida, sus inquietudes y se interesaba por las tuyas.  Uno se afanada en responder rápido, pues en ese momento, se ponía en marcha la cuenta atrás para recibir respuesta; cosa que podía tarda

A la vuelta de la esquina

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  Basta con salirse del camino normal, para descubrir cosas nuevas. Y esto que parece una perogrullada, me resulta más fascinante de lo que parece. Cuando era un chaval, era uña y carne con mi bici. Me encantaba explorar, conocía casi todas las calles y los lugares cercanos, mi mundo se iba agrandando poco a poco. Luego… cambias, parece que descubrir cosas nuevas ha de significar irse a países lejanos, cuanto más lejos mejor. Hay que ver las 7 maravillas, y hacer check en cada una de ellas. Es… como tristemente se ha convertido casi todo hoy en día, una competición. Pero mi afición a caminar, me está haciendo volver a descubrir cosas nuevas y… a la vuelta de la esquina. Cascadas impresionantes a menos de una hora en coche, lugares que unen mar y montaña, parque naturales con fauna digna de un documental… Vuelvo a sentirme como ese chaval en bici. Vuelvo a lugares que no veía desde que iba con mis padres (no teníamos mucho, pero con mi padre era un no parar). A ir un poco más lejos de l

Primer amor

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  Juan salió del nido de repente al irse de Erasmus, a Oslo. Cambiar totalmente de ambiente le hizo bien. Pero, oh juventud divino tesoro; apareció el amor y le pilló totalmente desprevenido.  Ella, rubia de ojos azules. Él, pelo negro y de tez bronceada. Se veían exóticos mutuamente. Y a pesar de los escollo del idioma, congeniaron perfectamente. Los meses transcurrieron en una nube, un sueño que iba consumiendo las hojas del calendario con voraz apetito; y acercaban la relación, a un destino incierto. Aunque se podía respirar esa tensión agónica, evitaron hablar de ello hasta la última semana. Que si la distancia, que si son muchos kilómetros, que no tenemos dinero para viajar… Al final, y con todo el dolor del mundo, no hubo más remedio que cerrar la relación. Pocas cosas saben más amargas como aquel último beso en el aeropuerto. Ella con lágrimas en los ojos, él con un frío glaciar en su corazón. Y los años pasaron. Ahora Juan tiene cuarenta, está casado, y cosas del destino, tiene

Aventura o temeridad

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  Viajar en los años ochenta, era una aventura. Me refiero a aquello de subirse al coche y conducir cientos de kilómetro por el país. Con un Seat 850 Especial. Con el motor en la parte de atrás, en verano, sin aire acondicionado y cargados de trastos… Más que una aventura, era un sufrimiento. Las carreteras distaban mucho de ser tan seguras y tan amplias como ahora. En la mayoría de ellas podías adelantar. Y con suerte había un carril intermedio, que era más peligroso que otra cosa. Sin airbags ni cinturones de seguridad. Aún se me encoje el corazón al pensarlo. Por supuesto, sin móviles, tablets, ni siquiera radio. Que o jugabas al veo veo o tratabas de echar una cabezadita. Era lo que había. El destino… para algunos la playa, para otros visitar a unos familiares lejanos, los monumentos de una ciudad… Al menos, no solía haber problemas para aparcar. Creo recordar que mi padre llegó a aparcar en el mismo casco antiguo de Toledo. ¡Y se quejó porque le costó un poco! Lo mejor… estar con

Puente al pasado

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  Le llegó un mensaje a través de una red social. Resulta que hacía veinticinco años que había terminado la educación primaria. Y los antiguos compañeros alumnos, junto con la dirección del colegio, estaban organizando una cena conmemorativa. De forma automática su mente fue a aquellos años. Burlas, menosprecio, castigos físicos y psicológicos... Unos años que minaron su personalidad profundamente y la transformó. Mucho esfuerzo le había costado enderezar aquellos surcos. Tener la personalidad que realmente quería tener.  Fueron unos años en los que sí, hubo aprendizaje, pero no, no tuvo una buena educación. Y allí estaba, leyendo aquel mensaje. No le había ido mal en la vida, pero justo en ese momento estaba pasando un mal momento. Tanto en lo sentimental como en lo laboral.  Le preguntarían, se imaginó teniendo que dar explicaciones, siendo juzgado. Las miradas de condescendencia de otros que habían tenido más éxito. Ya había vivido eso en la infancia; niños de papá con la vida soluc

Trauma

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  Uno de mis mayores temores, es no tener el control. Desde un vuelo en avión, a una operación quirúrgica. Tu vida está en manos de otros. Es un miedo contra el que lucho, y hasta ahora, a duras penas venzo.  Hay gente que tiene problemas en delegar responsabilidades. No es algo demasiado distinto. No somos el todo, solo la suma de las partes. Pero desde las profundidades de nuestro cerebro… cuesta verlo, asumirlo, aceptarlo. Pero hay niveles y niveles. Cuando te enfrentas a un trauma grande, ver las cosas con perspectiva, llega solo. Es en esos momentos, en los que con mayor claridad se puede ver… qué es realmente lo importante. El cerebro se encarga solito de eliminar toda esa paja que en el día a día parece estar mezclada con el grano. Es lo de siempre, estamos aquí de paso. “La vida es sueño” Y solo podemos hacer, lo único que podemos hacer, es que, dure lo que dure nuestro sueño… vivirlo. “Y los sueños, sueños son” 02/07/2023

Equilibrio

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Cuando algo te quema demasiado, no es posible escribir sobre ello. Al menos eso es lo que a mi me pasa. Quizá por eso se inventó la poesía. No hay mejor forma de expresar los sentimientos, sin desvelar lo que hay detrás. Parafraseando a El Señor de los Anillos, a veces simplemente “No me salen las palabras. Para mí el dolor es reciente.”  A veces hay puntos de inflexión en los que la mente nos traiciona. Nos obsesionamos con algo, aunque no queramos. Ese nudo crece dentro y lo va consumiendo todo. No, a veces no es sencillo. Es entonces cuando tenemos que hacer acopio de todas nuestras fuerzas, especialmente de la fuerza de voluntad. A veces solo se puede esperar y aguantar. Como cuando un equilibrista está en el aire, y el público contiene el aliento, parece que te vas a asfixiar. Y de pronto, el nudo se suelta. Las manos del equilibrista logran asirse con seguridad. El salto ha concluido. Todo se resuelve y uno respira aliviado. 04/06/2023