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Mostrando entradas de mayo, 2019

Ascenso inmersivo

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La mañana despertaba, en el aire el olor a bosque húmedo. El viento silbaba entre las hojas de los pinos que iban desprendiendo algunas gotas que se habían condensado a lo largo de la noche, era un espectáculo hermoso. Curioso pisar, las zapatillas se hundían varios centímetros entre arbusto bajo que crepitaba bajo los pies. Cada vez olía más a planta, un olor bastante agradable que le hizo sentir, que allí el extraño era él. Sin prisa, pero sin pausa, el caminante iba ascendiendo. Un sonido repentino lo hizo dejar de mirar por donde pisaba, le dio tiempo de ver como una gacela huía a toda velocidad. Sonrió, y se guardó el momento para él. Su respiración era cada vez más profunda, poco a poco iba acusando el cansancio. Hizo una pausa para dar un trago y miró en dirección a la cima, invisible aún desde donde se encontraba. Agachó la mirada para agarrar la mochila de nuevo y entonces lo vio en el suelo. Junto a su pie. Un objeto brillante del tamaño de un puño. Pero con forma i

Un sueño

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Era el escritor favorito del joven y lo sabía todo de él. Dio la casualidad que venía al país a presentar su último libro y él iba a estar en esa ciudad. Canceló todos sus planes para poder asistir. Se presentó mucho tiempo antes y se sentó en primera fila, quería estar cerca de él; ver sus rasgos, sus expresiones, sus ojos, esas manos que habían creado historias tan famosas y maravillosas. La charla comenzó. El escritor se mostró cercano, informal, y lanzó varias preguntas al aire. Había mucha gente en la sala que iban por la fama del personaje, pero que seguramente no habían leído ni uno solo de sus libros. El joven automáticamente respondía todo, pero sin levantar la voz. El escritor reparó en él y debió de hacerle gracia el chaval. De pronto le lanzó algunas preguntas directas. El chico se puso rojo como un tomate. Le hizo algunas bromas y pasó un poco de apuro, pero se sintió feliz. Terminó el acto. Cuando ya se iban todos, alguien de seguridad llamó al chico y le dijo

Entierros

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No me gustan los entierros, pero asisto a todos, me siento en la obligación. En ellos se produce una descarga total de emociones. Pocos sentimientos más fuertes hay que el dolor por la pérdida de un ser querido. La contrariedad frente a la muerte. La aflicción. Mi primer familiar se machó siendo aún yo un niño, aún recuerdo aquellas sensaciones extrañas. Luego fueron llegando más, como gotas de una fría lluvia, lenta pero imparable.  A mis noventa y ocho años ya me falla la memoria, casi ni me acuerdo de cuando y porqué llegó “la enfermedad” por la que dejaron de nacer niños. Al menos ya no asistiré a más entierros, solo quedo yo. 23/10/2018 Me he dado cuenta que últimamente me salen textos truculentos, oscuros... No sé muy bien por qué, tal vez cosas de la edad o quizá cosas del subconsciente. En cualquier caso se podría decir que me vuelvo a sentir bastante inspirado y… ¿Quién va a poner freno a la inspiración?

Quirófano

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El terror es blanco, no negro. Eso pensaba el joven pues odiaba los hospitales.  El pasillo olía a legía y éter. Las luces del techo se sucedían una tras otra. Un celador empujaba la camilla y una enfermera lo acompañaba. Tenía la sensación de que lo llevaban al matadero. ¿Y si no despertaba? ¿Y si en la operación sale algo mal? Comenzó a marearse. Y eso que ya estaba acostado. Luego llegaron las nauseas y sintió las primeras arcadas. La camilla se detuvo - ¿Estás bien? - Le preguntó la enfermera - ¿No has comido nada, no?  El chico más pálido que nunca, miró a la mujer – No, solo tengo bilis en el estómago – Imaginó que era la doncella de un cuento de hadas, un pensamiento absurdo, pero cualquier cosa era mejor que darle vueltas a la operación. Llegaron al quirófano, con aquellos focos blancos. Le pusieron la vía y un gotero. Miró aquella bolsa conectada a su cuerpo a través de un cable. No temía la anestesia, al contrario, lo que no quería era despertar a mitad del proces