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Mostrando entradas de 2020

Cena

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Siempre me han gustado las patatas fritas y el pollo asado. Es económico, pero es sabroso y me trae buenos recuerdos, a la época de mi infancia, cuando mi familia estaba unida. Esto es lo más parecido a estar en un restaurante que he estado, en hace años; si me esfuerzo en imaginarlo, casi lo veo ¿Qué más puedo pedir? Bueno, quizá compañía, alguien con quien charlar en estos momentos. Para beber una cerveza, ya pasó la época de hacer régimen y un día es un día. De postre, helado. El helado siempre tiene algo especial, que lo diferencia del resto de postres, por elaborados que sean. Además dicen que es digestivo. Ya terminé, no he rechazado al cura, pese a no ser creyente, necesito hablar con alguien. Después vendrán a raparme el pelo, no es que me guste, pero es un trámite necesario. Hoy daré mis últimos pasos, en lo que llaman el corredor de la muerte. 29/09/2019

¿Ciencia ficción?

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Me despertó el ruido de la gente en la calle. Me había dormido en el sofá viendo las preocupantes noticias en la tele. En la mesa, estaba abierta mi última lata de cerveza. Por el escándalo hoy iba a ser peor todavía, esto era una bomba de relojería. Miré por la ventana, los manifestantes caminaban hacia el centro. Al final de la calle la policía los esperaba tras unas vallas, además contaban con vehículos pesados. La gente estaba desesperada, primero habían visto menguar su poder adquisitivo, luego comenzó el hambre... La llamaban la crisis de los robots. El uno por cien de la población realizaba la mayoría de la producción. Tenían ejércitos de robots que realizaban el trabajo. El paro se había disparado a niveles nunca vistos. Los ricos solo querían más riqueza, y los trabajadores ya no eran necesarios para generarla. Algunos cócteles molotov comenzaron a volar. Los policías respondieron con agua a presión y con gases lacrimógenos. La turba era imparable, gente y más gente seguía lle

Pensamiento estival

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Un bocadillo comprado en una carnicería y comerlo de pie, puede ser un autentico manjar si las circunstancias acompañan. Y la felicidad, algo que no sepamos reconocer en el momento. Quizá pueda servir de pista, el deseo de que el reloj vaya más despacio, que se pare en ese instante. Ayer leí en El libro de los Baltimore, de Joël Dicker, una frase que me hizo pensar: “el secreto de la felicidad es aceptarse a uno mismo tal y como es”; pero hay tantas definiciones de felicidad como personas. Unos simplemente valorando lo poco se tiene, la felicidad de los necios, la de los ignorantes…  La vida es… complicada. Los astros no siempre se alinean según nuestros deseos. Cuando no falta una cosa, falta otra. A veces nos empeñamos en tratar de engañar al tiempo, engañar al corazón, engañarse a uno mismo.  Es malo cuando nos limitamos a ver la felicidad en el pasado. Estamos cerrando la puerta a la felicidad en el presente. Y porque además… la esperanza de ser felices, es lo que nos separa de la

Como dos gotas de agua.

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Se conocieron hace poco menos de un año. Fue un flechazo a primera vista. Ella era nueva en el lugar y estaba triste por haber tenido que dejarlo todo atrás. Él tenía mucha empatía, venciendo su vergüenza, se le acercó y le hizo compañía. Ella se abrió y comenzó a hablar, a soltar lo que llevaba dentro. Él le contaba sus gustos y ella lo que le preocupaba. Sus dos mundos parecían encajar a la perfección, se complementaban, se entendían. La incipiente relación comenzó a marchar sobre ruedas, esperando el momento de verse, a las nueve de la mañana. Según fueron transcurrieron los meses la relación se fraguó, pero no todo era de color de rosa, una nueva preocupación comenzó a aparecer en el horizonte. ¿Qué pensarían de esto sus padres? Decidieron que lo mejor era ocultárselo, pero… ¿Hasta cuándo?  Estando juntos era fácil olvidar, de sonrisa en sonrisa y agarrándose de la mano a escondidas. Al tiempo, los temores fueron en aumento, cada vez pasaban más tiempo juntos temiendo u

La caza

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La jungla de asfalto creaba una presión psicológica sobre ellos. Eramos las presas, el cazador andaba al acecho. De algún modo lo sentíamos cada vez más cerca. Ya habíamos perdido a dos compañeros, ahora solo quedábamos cuatro. En un momento que me salí del grupo escuché una voz. No podía, ser. Uno de los nuestros hablando por el móvil, con... ¿El cazador? Los ojos se me agrandaron, teníamos a un espía metido dentro. Lo más silencioso que pude volví con los demás. Iba a decirlo pero... no lo hice. Me excusé conmigo mismo con que podrían haber más espías, pero en mi interior me sentí mal pues sabía algo que los demás no, y eso me podía otorgar cierta ventaja. Me sentí despreciable, pero es a lo que te obliga este juego. Nos adentramos en uno de los edificios abandonados, parecía ser un hospital que se caía a pedazos. Los compañeros empezaron a discutir ¡Otra riña más! Así no iban a tardar en encontrarnos. Entonces tomé al decisión - ¡Me voy! - Exclamé sin dejar claro a que me re

El libro de la vida

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Rodeado de mar por todas partes, rodeado de bosque, rodeado de cielo. El beso a aquel amor, los retos superados que no han sido pocos. Vencerse a uno mismo. Tantos momentos vividos, tantos momentos esperados, tantos momentos que se perderán (como lágrimas en la lluvia) Cuando le diagnosticaron la C, dos años atrás siempre temió la llegada de este momento. ¿Se puede estar preparado? No tenía grandes problemas con su conciencia. La vida resultó ser un río con un curso mucho más enrevesado de lo que en su juventud pensó. La gran pregunta era… ¿Había vivido realmente? Nunca se vive lo suficiente, nunca se vive cada día como si fuera el último.  Hay momentos, sí. Momentos únicos y especialmente intensos. Quizá por eso… Quizá solo por eso haya merecido la pena.  Parece fantasía, pero hay científicos que dicen que el pasado no se fue, sigue estando ahí. Que en el espacio-tiempo; el pasado, el presente y el futuro, son como las páginas de un libro. En ese libro aún están los seres quer

El vaso medio...

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Lo había apostado todo al color negro. Pero absolutamente todo. La bola empezó a rodar y el crupier dijo aquello de “no va más”, una forma de decir que la suerte está echada. La bola empezó a perder fuerza, cayó, comenzó a rebotar con aquellos relieves con forma de diamante, contuvo la respiración.  La pelota paró en el número 23, impar y rojo. Ya no había nada que hacer, no podía volver el tiempo atrás. Lo había tirado todo por el retrete. Observó impotente como retiraban el dinero de la mesa. Se había quedado sin nada. Salió desolado del edificio. Un potente pitido lo sacó de sus pensamientos. Seguido de un frenazo. El camión se detuvo apenas a un par de metros de donde se encontraba. El conductor lo maldijo, pero a él le daba igual. Se fue caminando hasta su casa, antes de legar notó que algo pasaba, la calle estaba cortada por los bomberos, por lo visto hubo una explosión por un escape de gas y se había venido abajo el edificio entero. Miró al cielo y maldijo a Dios.