Territorio enemigo

 


Reptaba por el suelo, debía de huir de aquí sin que se dieran cuenta. Los enemigos estaban por todas partes, dormían. Si no iba con cuidado, cualquier sonido los despertaría y entonces... estaría perdido. Los ronquidos debían de ser rítmicos, cualquiera de ellos que se detuviera de pronto era una señal de alarma. La alambrada y por lo tanto la libertad, estaban cada vez más cerca.

Por mucho calor que hiciera, nada justificaba eso. Vale que no había mucho que hacer en aquel pueblecito de Badajoz, pero... Su familia estaba de viaje ¿No? ¿Dónde estaban sus derechos como niño a divertirse? Que todos los mayores, se hubieran puesto de acuerdo en dormir la siesta en pleno día, era lo más aburrido que le había pasado nunca ¡Obligado dormir!

Siguió con su improvisado juego. Las patas de las sillas eran árboles, las mesas... los barracones de los soldados. Había colchones por todas partes, por lo visto al enemigo le daba igual dormir en un colchón en el suelo como en una mecedora... insensatos. Y aquel pestillo, aquel pestillo de la puerta que daba a la calle, estaba cada vez más cerca.

09/05/2020

Comentarios

  1. Hola Roland.
    Me hiciste viajar en el tiempo y recordar que las mayores travesuras pasaban en la hora de la siesta . Y en el sur las siestas son largas :)

    Saludos y feliz semana

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    1. Hola Nieves.
      Las travesuras dan para otra historia jajaja
      ¡Igualmente!

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  2. Nunca debemos renunciar al niño que una vez fuimos. El siempre complicado y estúpido mundo de los adultos siempre lo jode todo.

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    1. Me sumo, la perspectiva infantil no la debemos que perder de vista.

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  3. Muy buen micro con conclusión sorprendente. Saludos!

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