Panacea
Gracias a la investigación de las células madre descubrieron la píldora de la eterna juventud. El mecanismo que conseguía ralentizar el envejecimiento de nuestras células, y por lo tanto, alargar la vida del ser humano a casi el doble de lo normal. Una vez el medicamento pasó los pertinentes controles sanitarios, la pastilla comenzó a venderse como rosquillas. La natalidad descendió aún más, pues no había prisa en ser padre o madre y la longevidad no tardó en desestabilizar el sistema de pensiones. Los gobiernos trataron de buscar soluciones. Retrasar la edad de la jubilación y la más controvertida: la obligación de tener descendencia. Si querías cobrar tu prestación debías de mantener al menos un niño hasta la edad adulta. Por supuesto, como suele ocurrir en estos casos, la pastilla no llegó a los países del tercer mundo, y no tardaron en crearse mafias que secuestraban niños para venderlos a los ricos del primer mundo y que así pudiesen acceder a su paga. No tardaron en apa