El tirador
El tirador se encontraba apostado. Hacía un frío tremendo, y no había suficientes capas de ropa capaces de hacerle entrar en calor. Pero era lo que había y ya no se podía hacer más. De vez en cuando, para mantener la concentración apuntaba a algún objeto, un árbol, una roca… Pero sin apretar el gatillo, no era tan estúpido como para delatar su presencia. En enemigo rondaba cerca. Habían llegado noticias, más aparte se sentía en el aire. No tardarían en llegar y entonces… Entonces el fin. ¿Qué posibilidades había que su reducido grupo de makis venciera a las tropas organizadas? Sabía que ninguna. Pero les harían frente. Venderían cara su vida. Eran pocos pero estaban bien atrincherados. No habría ni una canción, ni nada que recordase su resistencia, eso sería lo más doloroso. La historia la escriben los vencedores y contarán lo que les dé la gana. Tal vez la gente del pueblo… Pero claro, ellos sólo pueden hacerse una idea. Carmen, te debí de haber dado un beso, ahora me arrep